Si dormiste poco es evidente que estés cansado, pero muchas veces lo estás sin que exista una razón aparente.
Cuando esto pasa es fundamental que analices tu situación actual porque existen múltiples motivos para sentirte fatigado. “Es como pedirle a un pediatra que diga por qué un bebé está llorando, la respuesta podría ser un montón de cosas”, dice el doctor Tanvir Hussain, cardiólogo estadounidense.
Para ayudarte a resolver el misterio, te contamos algunas causas que eventualmente podrían estar afectándote y cómo recuperar tu energía, según revista Prevention.
1. Estás deshidratado
Un estudio publicado en The Journal of Nutrition estableció que una pérdida de agua de sólo un 1,5% puede desencadenar cambios de humor y falta de energía. Los investigadores sospechan que las neuronas en el hipotálamo (región del cerebro) son responsable de controlar, entre otras cosas, la hidratación y la temperatura corporal, lo que puede alterar el estado de ánimo y enviar el mensaje al resto del cuerpo de que necesita más agua.
La solución es simple: beber más agua, alrededor de 8 vasos al día. Pero esto tampoco supone una medida única para todos, ya que las necesidades de hidratación varían en función del clima o el ejercicio, entre otros factores.
En general, un indicador de buena hidratación es orinar al menos cada tres horas y que la orina tenga un color amarillo claro, dice Gina Sirchio, médico quiropráctico y especialista en nutrición en el Instituto de Salud Lagrange en Chicago.
2. Te falta vitamina B12
El cuerpo necesita vitamina B12 para producir glóbulos rojos y mantener las neuronas funcionando correctamente. La deficiencia de este elemento disminuye la cantidad de oxígeno que la sangre traslada a través del cuerpo, dejándote con la sensación de haber dormido mal.
A medida que envejecemos vamos perdiendo la capacidad de absorber esta vitamina que se encuentra en alimentos de origen animal. Por ello, los vegetarianos tienen más riesgo de agotarse, al igual que las personas que han tenido cirugías estomacales o intestinales, ya que estos procedimientos pueden alterar el tejido que actúa en la absorción de B12, dice Sirchio. Incluso los niveles bajos, no tan preocupantes, pueden desencadenar en agotamiento.
Si además de la fatiga, tienes falta de memoria, piernas inquietas, entumecimiento y hormigueo, considera la vitamina B12 como un culpable potencial. Consulta a tu médico o nutricionista por un examen de sangre que mida sus niveles.
De ser así, es probable que necesites suplementos. Sólo tu médico debe decirte cuánto tomar, pero las dosis típicas oscilan entre 100 y 500 mcg.
3. Estás abrumado por el estrés
Los niveles de cortisol, la hormona del estrés, comúnmente se elevan por la mañana y bajan por la noche, lo que ayuda a mantener un ritmo diario normal. Pero el estrés crónico hace que este patrón se descontrole en cualquier dirección, dice Marc Bubbs, fundador de Naturopathic Sports Medicine en Toronto.
Si tu cuerpo permanece en estado de estrés constante, tus niveles de cortisol no descienden por la noche, interrumpiendo el sueño. O bien, las glándulas suprarrenales pueden llegar a quedarse atrás en la producción de cortisol, dejándote somnoliento en la mañana.
Si es tu caso, tómate al menos 15 minutos al día para meditar, reflexionar y descansar. También puedes relajarte con Yoga u otra actividad.
4. Enfermedades cardíacas
Según un estudio publicado en la revista Heart & Lung, la mitad de las mujeres que habían sufrido infartos dijeron que tenían problemas para dormir y se sentían inusualmente cansados en las semanas antes. El cansancio extremo y dificultad para respirar al hacer ejercicio o subir escaleras, son una advertencia. Un músculo cardíaco débil reduce el flujo de sangre, evitando que los músculos y tejidos reciban el oxígeno que necesitan para funcionar correctamente.
Si te sientes así, debes acudir a un médico. Así que ojo si tienes síntomas como cansancio repentino, dolor de pecho, ansiedad y dificultad para concentrarte. Lo más seguro es que te recomienden una prueba de esfuerzo o ecocardiograma para detectar enfermedades del corazón, dice Hussain.
5. Tus niveles de hierro son demasiado bajos o altos
Muchos saben que la anemia conduce a la fatiga, pero no debes asumir que los suplementos de hierro contrarrestan esto. Si bien los niveles bajos de hierro hacen que las células rojas de la sangre mal formadas priven al cuerpo de oxígeno; tomar demasiado hierro puede agotarte también, dice Sirchio.
Es importante que tengas en cuenta los factores de riesgo. La deficiencia de hierro afecta regularmente a los vegetarianos, las personas con enfermedades digestivas o problemas de la tiroides, las mujeres que consumen anticonceptivos hormonales, y las que tienen un flujo menstrual muy abundante.
Por otro lado, los niveles altos pueden ser hereditarias o resultado de la ingesta de suplementos, y con frecuencia causan otros síntomas que incluyen sensación de frío, adelgazamiento del pelo y las uñas, o mareos al ponerse de pie.
Encontrar el justo equilibrio es importante, así que no tomes pastillas de hierro por tu cuenta, advierte Sirchio, quien recomienda conversar con el médico primero y realizarse análisis de sangre anuales para comprobar los niveles. Si son anormales, debes chequearte mensualmente hasta que se estabilicen, y luego cada tres a seis meses hasta que se vuelvan constantemente normales.
6. No estás haciendo ejercicio
Si esto se suma al estrés crónico, tu energía estará más que en baja, dice Bubbs. Si estás estresado y no descargas la tensión, tu cortisol se seguirá disparando, afectando tu sueño durante la noche.
Comienza a hacer ejercicio moderado por 150 minutos a la semana o 75 si es actividad enérgica. Un estudio de Medicine & Science in Sports & Exercise, determinó que quienes se ejercitan sienten menos fatiga que quienes no lo hacen.
7. Te ejercitas demasiado
Los extremos no son buenos, así que si te ejercitas demasiado también podrías fatigarte y tener dificultades para dormir profundamente. Procura no sobreexigirte y conocer tus límites, pues los ejercicios en exceso también pueden provocar un aumento de cortisol por el estrés físico.
Si haces ejercicio regularmente y de pronto sientes que te cansas con mayor facilidad, puede que te estés extralimitando. Trata de tomar unos días de descanso y luego regresa a tu rutina, haciendo un 25% del ejercicio que hacías antes, añadiendo otro 25% cada semana, aconseja Tom Holland, triatleta y autor de El Método de Maratón.
8. Tienes una infección del tracto urinario
Alrededor de la mitad de las mujeres que sufren infecciones urinarias reportan fatiga y malestar general, aumentando entre las personas de 40 años o más, dice Ashley Carroll, profesor asistente de Uroginecología de la Virginia Commonwealth University. “Básicamente, es la manera en que tu cuerpo te obliga a descansar con el fin de concentrar la energía en la lucha contra la infección”, dice Carroll.
Si sospechas que padeces una infección urinaria concurre al médico para que te recete antibióticos. Tus síntomas deberían desaparecer en 7 a 10 días después de terminar el tratamiento. Mientras te recuperas, descansa, mantente hidratado y lleva una dieta saludable, aconseja Carroll.