Si bien nadie desconoce las múltiples bondades de los teléfonos inteligentes, y cómo nos han ayudado a optimizar nuestras tareas diarias, tampoco es un misterio que con más frecuencia éstos “dominan” nuestro día a día.
Correos electrónicos a horas insospechadas, mensajes de WhatsApp que resuenan todo el día y videollamadas en cualquier momento se han convertido en la nueva tónica.
El problema, no obstante, se produce cuando el abuso de esta tecnología impacta en nuestras vidas.
Para ponerle un freno a esta situación, Tom Chatfield, teórico de tecnología y columnista de medios como la BBC, expuso en un artículo algunas “reglas de oro” que debieran seguir los usuarios para que los smartphones no gobiernen su vida.
A continuación, te las contamos en detalle.
1.- “Converse ahora, mande textos después”.
Una de las cosas que los dueños de smartphones han perdido con el tiempo es ponerse límites en cuanto a su uso. Por ello, no es inusual que cuando conversemos con un amigo estemos enviando un mensaje al mismo tiempo.
Sin embargo, algo de suma importancia para que estos aparatos no sean “reyes” de nuestro diario vivir es ponernos horarios para tuitear, para navegar en Facebook, pero también para descansar y conversar.
“La idea es simple: por cortesía de las pantallas mágicas que cargamos en nuestros bolsillos o carteras, podemos hacer casi cualquier cosa en línea, en cualquier momento, a cualquier hora. Así que lo hacemos, sin poner límites que protejan nuestro tiempo de esparcimiento y placer: cenas o sueño, vacaciones o momentos íntimos”, señaló el experto.
2.- “Tómese un día libre de teléfono”.
Pese a que suena como una tarea casi imposible, las personas debieran tomarse un día libre de su teléfono a la semana.
En este sentido, Chatfield destaca que las personas suelen hacer caso omiso al botón “Apagar” de sus dispositivos, algo que podría estar relacionado con una tendencia llamada FOMO: el “miedo a perderse algo”.
“¿Cómo podemos resistirnos a las continuas dosis de dopamina que nos dan esos ‘Me gusta’ en las redes sociales o el ver que alguien retuiteó algo nuestro?”. La tarea es difícil, pero vale la pena intentarlo.
3.- “Evite ser un ‘buscatodo’”.
“En otras palabras, renuncie a los mapas, buscadores y los sitios web de recomendaciones de tanto y tanto, y entréguese a la casualidad, a lo inesperado”, dice el autor.
4.- “¡Ni los codos ni los teléfonos sobre la mesa!”.
Tal como nos enseñaron desde pequeños, los teléfonos tampoco debieran ponerse sobre la mesa a la hora de tomar desayuno, almorzar o cenar.
Suena obvio, pero ésta es una mala costumbre que se ha instaurado en la “época de la conectividad”, en la que estar sin nuestros teléfonos a más de un metro puede, literalmente, desesperarnos.
“Estudios recientes indican que el sólo dejar el teléfono a la vista durante una cena genera fuertes sentimientos negativos en quienes le rodean. Así que es quizás más beneficioso de lo que piensa dejar a la tecnología de lado”, declaró Tom.
5.- “Mire antes de disparar”.
Con el uso de los smartphones, una de las actividades que más se masificó fue la captura de fotos para luego compartirlas en redes como Facebook, Twitter e Instagram.
“Sin embargo, tenemos que reconocer que vivir la vida a través de un lente puede arruinar precisamente lo que queremos capturar”, dijo Tom.
A ello, agrega una crítica: “Mis más recientes experiencias en conciertos, por ejemplo, consisten casi exclusivamente en ver a la banda refractada en las pequeñas pantallas de los teléfonos inteligentes que cientos de personas sostenían en alto”.
Por eso, antes de presionar el botón y tomar la imagen procura saborear esa cena que estás fotografiando, disfrutar la canción que escuchas en el concierto o compartir con la gente que te acompaña en esa fiesta.
6.- “Deje dormir al teléfono”.
Así como nosotros debemos dormir, los smartphones también deberían hacerlo para propiciar nuestro descanso.
Lo anterior, ya que “Las pantallas de los dispositivos electrónicos emiten luz azul, que su cerebro asocia con la luz del día. La exposición hace estragos con el reloj de su cuerpo, mientras que la estimulación –sólo un vínculo, tuit, email o texto más- hace lo mismo con su ya sobrecargada capacidad de atención”.
A modo de conclusión, Chatfield señala que “Un código de conducta no puede resolver todos los problemas. Pero puede ayudarnos a romper con los hábitos de medios reconocidos y a recordar que los momentos bien vividos son muy diferentes a sencillamente llenar los días”.
“Como dice el autor británico Tim Harford, ‘los teléfonos inteligentes son adictivos, así que piense primero qué adicciones quiere tener’”, finalizó el experto.