La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, aplazó este martes la visita de Estado prevista para el 23 de octubre a Washington, debido a las denuncias de espionaje estadounidense a Brasil que han puesto las relaciones bilaterales al rojo vivo.
“No están dadas las condiciones para la realización de la visita”, expresó el gobierno brasileño en un comunicado en el que deja clara la irritación por las denuncias de que Estados Unidos espió no solo al país, sino a Rousseff y a la petrolera estatal Petrobras.
“Las prácticas ilegales de interceptación de las comunicaciones y datos de ciudadanos, empresas y miembros del gobierno brasileño constituyen un hecho grave incompatible con la convivencia democrática entre países amigos”, señala la nota.
Este viaje de Estado iba a ser el primero en casi dos décadas que realizaría un presidente brasileño a Washington. La última vez fue en 1995, con Fernando Henrique Cardoso.
Brasil exige a Estados Unidos una investigación, explicaciones y el compromiso de que cesará el espionaje, y afirma que eso no ha ocurrido.
“El gobierno brasileño confía en que, una vez resuelta la cuestión de manera adecuada, la visita de Estado ocurra en el más breve plazo posible”, concluye la nota.
El presidente estadounidense Barack Obama “comprende y lamenta las preocupaciones” de Brasil, señaló la Casa Blanca en un comunicado en el que confirma que el mandatario acordó con Rousseff aplazar el viaje, tras una conversación telefónica el lunes.
El presidente estadounidense ha ordenado “una amplia revisión” de la inteligencia estadounidense” pero “llevará meses”, añadió.
“Estamos ante el peor momento de las relaciones bilaterales entre Brasil y Estados Unidos en tres décadas”, evaluó Alberto Pfeiffer, especialista del Grupo de Análisis y Coyuntura Internacional (Gacint) de la Universidad de Sao Paulo.
Para analistas, esta situación también representa un golpe en los esfuerzos de Obama de mejorar las relaciones con una potencia latinoamericana clave.