Desde hace años, el Ejército dicta un curso de aspirantes de oficiales de reserva. No son más de una veintena por año, pero ahí no llega cualquiera.
Como se ha publicado, se escoge a “personalidades de diferentes ámbitos del quehacer nacional”.
Pero entre esas personalidades no hay dirigentes poblacionales o sindicales, dirigentes de trabajadores, profesores, escritores, líderes mapuche ni nada que se le parezca.
¿Por qué? Porque las personalidades del acontecer nacional, para el Ejército, surgen sólo del mundo empresarial: o dueños o altos ejecutivos de empresas. Y lo dicen sin ambagues.
Entre ellos destacan Andrónico Luksic; Pablo Irarrázabal, Presidente de Enersis y Presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago; Rodrigo Wood Armas, Gerente General Chile de Coca-Cola; José Martínez Zugarramurdi, Gerente General de la Bolsa de Comercio de Santiago; Rafael Guillermo Errázuriz, Director y Consejero de la Cámara de Comercio; Jorge Bunster Betteley, Gerente General de COPEC; Enrique Cibié, Gerente General Corporativo de Masisa, entre otros.
Son, como dijo un artículo del Mercurio, “oficiales VIP”.
Esta selección de oficiales reservistas VIP es una muestra de arribismo. Muestra al Ejército como una institución trepadora que busca, con iniciativas como ésta, asimilarse a élite, al poder socioeconómico.