Centenares de policías antimotines mexicanos recuperaron el control de la plaza central del Zócalo empleando cañones de agua y gases lacrimógenos en un rápido desalojo de los maestros que se resistían a abandonar el campamento que mantenían desde semanas atrás.
Unos 200 manifestantes trataron de resistir la entrada de la policía a la plaza, que el gobierno quiso recuperar para la celebración el domingo de la tradicional fiesta por la Independencia, con el lanzamiento de piedras y cócteles molotov pero fueron desalojados de los alrededores del Zócalo en unos 15 minutos, constataron periodistas de la AFP en el lugar.
Policías antimotines irrumpieron con tanquetas de agua en la plaza, donde la mayoría de los miles de maestros ya había abandonado el plantón que mantenían desde hacía semanas para exigir la retirada de una reforma educativa.
Una hora después de la intervención ya se encontraban equipos de limpieza en la plaza para recoger los restos del campamento.
Los manifestantes, entre los que el gobierno dijo que había miembros de grupos radicales, siguen protagonizando confrontaciones con la Policía en calles aledañas del centro histórico, algunos de ellos encapuchados y armados con palos de piedra y tubos de hierro.
Los manifestantes arrojaron varios cócteles molotov y piedras contra la Policía, que a su vez arrojó gases lacrimógenos para dispersarlos.
En la intervención hubo al menos cuatro heridos y un número no determinado de detenidos, constató la AFP.
La Policía Federal había dado plazo a los docentes hasta las 21H00 GMT para abandonar el Zócalo y permitir la celebración del domingo, que encabezará el presidente Enrique Peña Nieto, y el tradicional desfile militar el lunes.
A esa hora el vocero de seguridad del gobierno, Eduardo Sánchez, declaró a la televisora Milenio que la mayoría de los maestros estaba aceptando el pedido de retirarse aunque habían detectado algunos grupos que preparaban cócteles molotov y otras armas para una confrontación.
Un líder magisterial también dijo en ese momento a la prensa que los maestros habían aceptado la retirada de la plaza para seguir negociando sus reivindicaciones con el gobierno.
Los maestros instalaron el campamento en el Zócalo varios meses atrás pero fue reforzado desde el 19 de agosto con miles de maestros llegados de muchas regiones del país, en especial algunos del sur con una gran conflictividad social.
En las últimas semanas los maestros lograron desestabilizar la Ciudad de México bloqueando en varias jornadas el Congreso, el aeropuerto y las principales avenidas, sin que interviniera la policía.
En 2006, la ciudad de Oaxaca (sur) fue escenario durante meses de enfrentamientos entre profesores y otros grupos sociales contra el gobierno estatal, desencadenado por el violento desalojo de decenas de miles de maestros que acampaban en el centro histórico reivindicando mejoras laborales.
El primer “Grito” de Peña Nieto
El gobierno mexicano llevaba días solicitando a la CNTE que desalojara el Zócalo para permitir el tradicional festejo del domingo, en el que suelen participar miles de mexicanos para conmemorar el inicio de la lucha por la independencia mexicana.
Al final de la fiesta, el presidente sale al balcón del Palacio Nacional frente a la multitud y lanza vivas a los líderes independentistas mexicanos y da el último grito de “Viva México” mientras repican campanas.
Esta fiesta del Grito del domingo es la primera desde el inicio de la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018), quien devolvió al poder al anteriormente hegemónico PRI (Partido Revolucionario Institucional) tras 12 años de gobiernos del PAN (Partido Acción Nacional). El lunes está previsto el también tradicional desfile de las Fuerzas Armadas que suele transitar por el Zócalo.
La reforma educativa fue la primera gran medida de Peña Nieto, aprobada por la inédita alianza de los tres principales partidos para impulsar reformas estructurales, que pretende mejorar la calidad del criticado sistema educativo mexicano, principalmente a través de una evaluación periódica de los profesores que puede condicionar su permanencia en el cargo, ascensos e incrementos salariales.
Los maestros de la CNTE, muchos procedentes de las zonas más pobres del país, se oponen a ser evaluados porque creen que el objetivo de la medida es abrir la puerta a despidos arbitrarios.