El actual director de la Orquesta de Extremadura, el español Álvaro Albiach, fue el feliz y vital conductor al mando de la Orquesta Sinfónica de Chile.en un programa que contempló el primer movimiento de la Décima Sinfonía y ‘La Canción de la Tierra’, del compositor austríaco Gustav Mahler, con la contralto Pilar Díaz y el tenor Gonzalo Tomckowiack, como solista.
La agrupación orquestal, abordó este fin de seemana en el Teatro de la Universidad de Chile, el universo del gran compositor europeo Gustav Mahler (1860-1911) a través de dos obras magistrales de su repertorio:
El programa comenzó con Adagio, el primer movimiento de la décima y última sinfonía de Gustav Mahler, quien falleció antes de terminar la obra (1911). En esta parte el autorr dejó planteada la estructura general de la obra y esbozó los otros movimientos. Tras la muerte de Mahler, Remo Mazzetty y Deryck Cooke elaboraron versiones propias del resto de esta sinfonía, intentando respetar el espíritu creativo de su autor, siendo la de Cooke la más interpretada.
‘La Canción de la Tierra´, denominada por el propio compositor como sinfonía para contralto, tenor y orquesta, surge en 1908, después de un año trágico para el compositor debido al fallecimiento de su hija mayor, la pérdidade su posición como director de la Ópera de Viena y el descubrimiento de una afección cardíaca.
Los integrantes la Sinfónica de Chile en pleno, ofrecieron una versión brillante y sobrecogedora de esta obra y tuvieron una gran acogida de un público respetuoso y afectivo, bajo la comprometida conducción del maestro Albiach, solídisimo músico en todos los aspectos. Los solistas también ofrecieron lo mejor de sí en esta difícil exigencia como lo es la composición de Mahler, aunque hay que reconocer que en algunos pasajes de la obra fueron sobrepasados por el volumen orquestal que alcanzó la Sinfónica.
“El ciclo de canciones de ‘La Canción de la Tierra’ es un tránsito por distintas etapas de la vida; la juventud, la belleza, el desahogo de las penas, la soledad, la borrachera y la muerte. La visión de la muerte en “Abschied” es serena, una disolución, un tránsito tranquilo y apacible a otro estado. Imagino que es lo que deseamos todos cuando nos llegue el momento”, manifestó el director Álvaro Albiach sobre esta composición, que tiene la equivalencia a una sinfonía en seis movimientos con participación de ambos solistas en tres cada uno y cantada en idioma alemán.
Mahler se refugió en la bella región de Tirol y escribió la mayor parte de la obra en las montañas Dolomitas, en Italia. Durante su vida, el músico estableció una relación especial con la naturaleza, demostrando fascinación por las campiñas, las montañas, la tierra, el mundo y los astros. Para la creación de ‘La Canción de la tierra’, se inspiró en 83 poemas traducidos del chino al alemán por Hans Bethge, los que estaban centrados en la tierra y la soledad del hombre. El tono es a veces pesimista, pero también hay en la obra ironía y finalmente comunión.
Como en varias de las composiciones de Mahler, el componente vocal es fundamental. Álvaro Albiach sostiene al respecto que“quizás la voz humana bien empleada sea el mayor vehículo de expresión jamás conocido”.
Para el conductor hispano, dirigir este programa es muy especial porque, afirma, “Mahler es capaz de remover aspectos insospechados dentro de mí y, creo, también dentro de personas con sensibilidad para la música clásica. El compositor fue un músico superdotado en sus dos facetas, como compositor y como director de orquesta, con una capacidad para comunicar, realmente fuera de lo común”.