Murió Fernando Castillo Velasco. Un hombre que incursionó en política con armas poco frecuentes: la integridad y la coherencia. Hacía política para los otros, no para sí mismo.
De él se recordarán muchas cosas. Por ejemplo, sus conjuntos habitacionales que recuperaban el concepto de comunidad, porque él, cristiano comunitarista, integraba a su trabajo sus ideales.
El año 1994, el recién asumido Eduardo Frei Ruiz-Tagle como presidente, nombró a Fernando Castillo Velasco como Intendente de la Región Metropolitana. Pero en septiembre, varias organizaciones organizaron la tradicional romería en homenaje a Salvador Allende, y pidieron permiso para pasar por la calle Morandé.
Castillo Velasco autorizó ese recorrido. La Moneda se opuso.
En un gesto que lo enalteció para siempre, Fernando Castillo Velasco renunció a la Intendencia. Renunció por dignidad. En tiempos en que parece que faltan candidatos, o que sobran candidatos que no valen la pena, el paso de Fernando Castillo Velasco como ciudadano, como ciudadano interesado en la política, deja la vara muy alta.