La Oficina Internacional del Trabajo (OIT), en colaboración con Sodexo y Edenred, dieron a conocer el primer estudio sobre la situación alimentaria y nutricional en el trabajo en Chile.
El documento analizó las prácticas de alimentación laboral en nuestro país, a través de una revisión que incluyó investigaciones nacionales e internacionales sobre la materia, y el marco legal e institucional que rige actualmente en Chile. Contempló entrevistas a actores claves (representantes de instituciones de Gobierno, de empleadores, de trabajadores, y académicos); y una encuesta que se aplicó a 995 trabajadores de distintas regiones del país, y de diferentes sectores productivos.
Según los resultados arrojados por la investigación, existen severas debilidades en el sistema de alimentación laboral de los trabajadores chilenos.
El informe evidencia que el 39% de los trabajadores no recibe ningún beneficio para alimentarse. Asimismo, un 22% no dispone de un lugar para comer, no siempre la limpieza de este lugar es adecuada, y el tiempo para almorzar es insuficiente o la calidad de la alimentación no es óptima.
Cerca del 20% de la muestra afirmó no desayunar de forma habitual, un tercio no almuerza en forma regular, principalmente por falta de tiempo y limitaciones económicas, y un 36% aseguró que almuerza en forma rápida.
Además, hay al menos un 38,8 % de los entrevistados manifiesta abiertamente que la calidad del almuerzo no es considerada adecuada, ya que éste no incluye verduras y frutas de forma cotidiana, y el 12,8% de las empresas reconocen que no ofrecen una alimentación saludable a sus trabajadores por razones de costo.
A mayor ingreso, mejor es el tipo y la forma de alimentación, generalmente a través de casinos o con voucher de almuerzo. A menor ingreso, la situación de los trabajadores es más precaria, su alimentación más simple y menos nutritiva o incluso no se alimentan.
Este panorama, agrega la investigación, ha repercutido negativamente en la salud de los trabajadores. El 17% de los menores de 30 años ya presenta alguna patología crónica asociada a la alimentación, proporción que se duplica en los mayores de 40 años.
El documento reveló además que del porcentaje que sí recibe algún tipo de beneficio para alimentación, éste es entregado a través del casino de la propia empresa (30%), en dinero integrado a su remuneración (22%) o a través de un vale restorán (9%).
Según Carmen Bueno, Especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo de la Oficina de la OIT para el Cono Sur de América Latina, una alimentación saludable en los lugares de trabajo debe considerarse un elemento más de las políticas de seguridad y salud en el trabajo.
“Los programas que proporcionan un acceso a una alimentación saludable pueden contribuir a prevenir enfermedades crónicas, como obesidad, diabetes y cardiovasculares. Además, las inversiones empresariales en alimentación se recuperan por una reducción de los días de enfermedad, de los accidentes laborales y por un aumento de la productividad. No puede olvidarse la conexión existente entre la falta de alimentación y la aparición de fatiga y somnolencia, con las consiguientes consecuencias negativas sobre la seguridad de los trabajadores”, señaló.
Por su parte, Thierry Guihard, Director General de Sodexo Soluciones de Motivación, “un trabajador pasa un tercio del día en su jornada laboral, y para desempeñarse de manera óptima a todas sus exigencias laborales, necesita una nutrición que permita tener una buena condición física y mental. Este estudio reveló que el gran desafío de los empleadores está en fomentar la salud, y seguridad laboral de su personal. Mientras menos problemas tenga una persona en su trabajo, su calidad de vida, satisfacción y rendimiento en el trabajo, mejorarán notablemente”.
Philippe Blecon, Director General Edenred Chile S.A., señaló que: “Hay muchos países en el mundo que han avanzado más en este aspecto que Chile. Brasil, Venezuela, México, Perú, entre otros, cuentan con claras políticas que resguardan el “derecho a la alimentación en el trabajo”, mejorando la productividad y el bienestar de los trabajadores, y los resultados de las empresas. Este estudio es sin duda un excelente puntapié inicial para introducir este tema en la agenda país”.
Recomendaciones a los actores involucrados
El estudio propone la necesidad de que los empleadores consideren la alimentación como parte de sus políticas de promoción de la seguridad, y salud de los trabajadores, incorporando campañas de educación asociadas a esta materia, para extenderla a todos los niveles jerárquicos de la organización, incluidos los trabajadores y sus respectivas familias.
Para ello, se invita al sector privado a que facilite lugares y opciones de comidas saludables a sus trabajadores, se aumenten los tiempos de descanso para la colación, y se destine un mayor gasto para ofrecer mejores condiciones sanitarias e inocuidad en la entrega de alimentos.
Además, el documento propone que entre los trabajadores, la cultura del autocuidado y la prevención de riesgos asociados a la alimentación, sea un elemento de aprendizaje en las tareas de trabajo y de negociación de las condiciones laborales.
A nivel de gobierno, se sugiere que tanto las intervenciones que promueven una alimentación más saludable como la vigilancia del cumplimiento de la normativa laboral, adquieran una coherencia en el desarrollo de políticas públicas asociadas a la alimentación de calidad en el lugar de trabajo.
Y por último, se plantea la necesidad que desde el ámbito académico, se realicen investigaciones que sean capaces de proporcionar información que sustente intervenciones concretas y que se analice la magnitud del problema, identificando los costos en salud y las consecuencias en la productividad en las empresas.