La eyaculación precoz es conocida como un trastorno de la fase del orgasmo, que se traduce en una falta de control sobre el reflejo eyaculatorio. Éste, es un asunto que la mayoría de las veces genera problemas de autoestima y de pareja en quienes lo padecen.
Enmarcada dentro de las disfunciones sexuales más frecuentes, dicha eyaculación es la más común de su tipo y afecta a cerca “de un tercio de la población masculina”, según informó Walter Candia, urólogo de la Clínica Vespucio.
Ante esta situación, para los expertos en el área se hace indispensable que las parejas que se enfrentan a la eyaculación precoz sepan cómo abordar el tema, dejando de lado algunos mitos que pueden truncar la relación sexual.
Lo principal es que la pareja sea comprensiva con estos casos: “Se debe entender que nadie tiene la culpa de tener este trastorno”, señaló Ignacio Moncada, Jefe del Servicio de Urología del Hospital Sanitas La Zarzuela de España, al diario nacional El Mundo.
Pero además, a juicio de la psicóloga y sexóloga española María Victoria Ramírez, es igual de importante cambiar ciertas concepciones sobre la sexualidad que puedan incidir en esta condición.
Uno de estos “mitos” es creer que los coitos más largos son sinónimo de una sexualidad más placentera: “Muchas veces nos olvidamos que, en la mayoría de los casos, el orgasmo femenino se consigue mediante la estimulación” y que un encuentro sexual, por más largo que sea, no asegura el orgasmo en las mujeres.
Además, los eyaculadores precoces deben dejar de creer que sólo la penetración es placentera. En este sentido, Ramírez aseguró que la sexualidad está en todo el cuerpo y que se expresa de diversas formas que son fuentes de placer, no sólo el coito: “si se concibe la sexualidad como un menú muy variado, cada pareja se siente libre de poner en la mesa y disfrutar los platos que en realidad sean de su gusto”.
Por último, José Jara, integrante de la Unidad de Andrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, concluyó que es muy importante abordar la eyaculación precoz de forma natural, ya que “la empatía de los profesionales es el primer paso para la resolución de estos problemas de salud. Sufrir en silencio no soluciona nada”.