Los cardenales sospechosos de haber encubierto actos de pedofilia cometidos por sacerdotes tienen “el derecho y el deber” de participar en el cónclave para elegir al próximo Papa tras la renuncia de Benedicto XVI, afirmó el exfiscal contra la pedofilia del Vaticano.
En una entrevista publicada este lunes por el periódico La Stampa, Charles Scicluna dijo que estos hombres que callaron “por miedo al escándalo”, tienen, según las reglas canónicas, “el derecho y el deber de participar en el cónclave”.
“Dios sabrá meter en su boca las palabras que salen de un corazón humillado. (…) La sabiduría no sólo es accesible a los santos sino también a los pecadores”, dijo Scicluna, responsable de las medidas contra la pedofilia durante el pontificado de Joseph Ratzinger.
“El auténtico escándalo es no haber denunciado los abusos. Pero la percepción ha cambiado. El silencio se ha convertido en escándalo. Y el mérito es de Ratzinger. Hagámoslos entrar en el cónclave. (…) Dios sabrá utilizar de la mejor manera posible su presencia en el cónclave. (…) El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”, añadió.
En países como Estados Unidos, Bélgica e Irlanda los católicos y las asociaciones de víctimas están presionando a las iglesias nacionales para que estos cardenales no participen en la elección del nuevo Papa.
Es el caso, entre otros, del cardenal de Los Ángeles Roger Mahony, destituido de sus funciones el mes pasado por haber protegido a sacerdotes acusados de abusos sexuales. También están bajo la mira el exarzobispo de Filadelfia, Justin Francis Rigali, el cardenal belga Godfried Danneels y el cardenal irlandés Sean Brady, entre otros.
Por otra parte el estadounidense Greg Burke, asesor de comunicación de la Secretaría de Estado del Vaticano, dijo en declaraciones a Il Messaggero que los medios intentarán influir en el próximo cónclave y que “algunos pueden ser odiosos”.
El Vaticano también criticó el sábado en un comunicado las alegaciones de la prensa italiana sobre presuntos escándalos financieros y sexuales dentro de la Curia romana y lamentó “la difusión de noticias, a menudo no verificadas o no verificables, o incluso falsas” para influir en la elección del nuevo Papa.