Si pensabas que vivir en una zona costera de Chile era riesgoso debido a la posibilidad de un tsunami, considérate afortunado en comparación a los habitantes de Crescent City, en el límite entre Oregon y California, en Estados Unidos.
Según un informe de la agencia AP, este pequeño poblado pesquero de sólo 7.600 habitantes tiene la mala fortuna de estar enclavado en una desembocadura de depresiones que cruzan el suelo marino bajo el océano Pacífico, amplificando las olas que se dirigen hacia él.
De esta forma, no importa si el terremoto se originó en Alaska, Japón o Chile: sus consecuencias siempre afectarán a Crescent City, muchas veces causando estragos. De hecho, desde que un sensor de oleaje se instaló en 1934, ya se han registrado 34 tsunamis, es decir, nada menos que uno cada 2.3 años.
Algunos sólo son aumentos en el nivel del mar que provocan inundaciones en los sectores más cercanos a la costa, sin embargo otros, como el gatillado tras el terremoto de Alaska de 1964, mató a 11 personas y barrió con 29 manzanas de la ciudad.
Una situación similar se vivió en marzo del año pasado luego del terremoto grado 9 de Japón, cuyas olas hundieron 11 botes, dañaron otros 47 y destruyeron dos tercios de los muelles de la ciudad. Lo irónico es que, en ese entonces, la ciudad recién terminaba de reparar los daños que había dejado el último tsunami de 2006 en Indonesia.
Aquello fue la gota que -metafórica y literalmente- rebalsó el vaso. Ahora, el Gobierno de California invertirá 54 millones de dólares en reforzar la bahía y prepararla para resistir incluso los fuertes maremotos que la afectan una vez cada 50 años, como el originado en Japón, que generó olas de 2.5 metros y corrientes con una velocidad de hasta 6.7 metros por segundo.
Para ello, se emplazarán pilares de acero para los muelles, los cuales tendrán 76 centímetros de diámetro y 21 metros de alto. De ellos, al menos 9 metros estarán incrustados en el lecho rocoso. Además, los pilares se levantarán 5.5 metros fuera del agua, manteniendolos a salvo de olas de hasta 2.3 metros.
Ward Stover, uno de los contratistas a cargo de las obras, explicó a AP que les resultó muy complejo lograr que las autoridades accedieran a invertir los montos necesarios en el pequeño pueblo. De hecho, sólo es una parte de lo que habían proyectado inicialmente como defensas ante un muro de agua.
“Se tratará de una bahía resistente a tsunamis, no a prueba de tsunamis”, aclara.
Pero sin códigos de construcción contra tsunamis y la apatía de los gobiernos centrales ante la necesidad de invertir en protecciones, los expertos en desastres indican que no sólo Crescent City está amenazada ante los devastadores efectos de un maremoto.
“Muchos puertos de la costa Oeste (de EEUU) simplemente viven en negación del peligro que representa para ellos un posible tsunami”, indicó Costas Synolakis, profesor de ingeniera civil y ambiental del Centro de Investigación de Tsunamis de la Universidad de California del Sur.