El Museo de Orsay, templo de la pintura impresionista en París, presentará a partir del martes una exposición de 70 cuadros de grandes artistas de la corriente que reflejan la moda femenina en el siglo XIX.
Entre las obras que se expondrán cuentan las de Manet, Monet, Renoir, Degas y Caillebote, entre otros, las que serán acompañadas de 40 vestidos utilizados por mujeres durante la época en que floreció este movimiento pictórico.
“Los impresionistas, apasionados por la modernidad, se interesan en la moda, fenómeno que estaba en ese entonces en pleno auge, con el desarrollo de las revistas especializadas y los grandes almacenes”, señaló al respecto Gloria Groom, curadora de la exposición.
Los impresionistas hicieron posar a las mujeres que les rodeaban, a sus compañeras y amantes, pero las verdaderas heroínas del cuadro son los vestido, su manera de captar la luz y sus reflejos.
Por ejemplo, en “La mujer con el loro”, realizado por Manet en 1866 (en la imagen), el camisón rosa pálido que usó la modelo del pintor, provocó muchos comentarios al ser presentado en el salón de 1868. “Un rosado falso y raro”, según el escritor Théophile Gautier, una ropa “suave” para Emile Zola.
Los impresionistas se interesan “en la mujer en movimiento”, recalca Groom. En los años 1870, los miriñaques se rebajan en la parte delantera, mientras que en la trasera se inflaba con cojines.
Es el triunfo de la silueta en S, que se aprecia de perfil. El corpiño sigue ahí, para dar talles de avispa a las elegantes.
Con “Naná”, Manet explora lo que va por debajo. El corpiño de satén azul cielo de la actriz que le sirvió de modelo, sus enaguas, sus altos tacones, exhibidos bajo la mirada de un hombre vestido, ofendieron la moral pública: el cuadro fue rechazado en el salón de 1877.
Albert Bartholomé pintó en “El invernadero” a su esposa vestida con su traje de verano de algodón blanco estampado con lunares y rayos violetas. La ropa de la señora Bartholomé, expuesta al lado de la tela, ostenta un talle de 32 centímetros.
En ese entonces, los artistas muestran que el color negro ya estaba de moda. En el gran cuadro “La señora Charpentier y sus hijos”, de Renoir, la esposa del célebre editor luce un traje largo que lleva con elegancia.