Por Roberto Manríquez*

El mejor voluntariado en estos casos “es involucrarse en sus comunidades locales, compartir sus necesidades en derechos humanos y sociales”.

Hay noticias que no suelen aparecer en los noticieros. Enrique Linares era el líder de la comunidad Río Chiquito y miembro activo de la Asociación Comité de Desarrollo Campesino (CODECA). Una organización social que trabaja para mejorar la situación de la población rural pobre en Guatemala, concentrándose en cuestiones como las condiciones de salario para los campesinos, la reforma agraria, y la nacionalización de la energía eléctrica en el país.

Linares fue emboscado por un grupo de sujetos no identificados y asesinado de ocho disparos el pasado 11 de julio.

Pero no fue el primer crimen que ha sacudido a la comunidad, Vidal Nahaman Cabrera Tuch miembro activo de la Juventud del CODECA fue asesinado alevosamente mientras viajaba en un autobús, el pasado 17 de enero. El espeluznante mensaje hacia esta comunidad del país centroamericano, parece evidente, tanto como la urgente necesidad de protección de sus dirigentes y líderes. La dramática razón para el surgimiento de Front Line Defenders (FLD) o Defensores de Primera Línea, una organización defensora de los derechos humanos de líderes, dirigentes y promotores de derechos humanos y sociales en el mundo entero.

“Defensores de Primera Línea se dedica a la promoción y protección de los defensores de los derechos humanos en riesgo alrededor del mundo. Esto significa que les proporcionamos apoyo rápido y práctico en forma de capacitación, apoyo de emergencia, subvenciones de seguridad, defensa internacional y campañas”, dice Adam Shapiro, el conocido documentalista estadounidense, uno de los trabajadores en FLD.

Es posible conocer la organización a través de su página Web(www.frontlinedefenders.org), disponible en inglés, francés, español, árabe y Farsi, donde se ofrecen varios recursos, incluyendo manuales y enlaces a otros recursos, algunos de los cuales también están disponibles en otros idiomas.

Pese al panorama en América Latina y otras latitudes, Shapiro reconoce una mejoría en el estado actual de los derechos humanos en relación a hace una década atrás, año de fundación de la organización.

“Comparativamente La situación es de hecho en general mucho mejor que entonces, en términos de reconocimiento y sensibilización en la opinión pública sobre el trabajo de los defensores de derechos humanos, el papel importante que juegan. FLD fue entonces pionera en poner de relieve el trabajo de los defensores de los derechos humanos, en términos de reconocer el papel único que juegan en la sociedad y la necesidad de su protección”, dice.

Sin embargo, “hay muchos países donde aún los defensores de los derechos humanos son objeto de ataques dirigidos desde el Estado, o por entidades no estatales, como carteles y otras formas de asociación criminal. En Honduras y Columbia, por ejemplo defensores de derechos humanos regularmente mueren o sufren heridas graves producto de ataques violentos. En Irán y China, muchos cumplen draconianas condenas en cárceles secretas. Estos son sólo algunos ejemplos”.

Shapiro sabe de lo que habla, ha sido arrestado en numerosas ocasiones por el Ejército israelí al interponerse pacíficamente en medio de la represión hacia el pueblo palestino y ha sido hostigado constantemente de las más variadas formas incluso desde su país, Estados Unidos.

“Los defensores de los derechos humanos enfrentan a toda una gama de intimidación, de diversas formas. Hay asesinatos como en los casos de Natalya Estemirova en Rusia o Chebeya en la República Democrática del Congo. Hay ataques violentos que pretenden lesionarlos severamente de modo que no puedan volver a desarrollar su labor. Hay amenazas de muerte a los defensores o a sus familias. Hay esfuerzos para arruinar la reputación de los defensores, tratando de presentar información falsa acerca de ellos o rumores. Y, por supuesto, el uso de los tribunales y el sistema judicial para intimidar y silenciarlos, obligándolos a enfrentar juicios y cárcel, como en los casos de Abdulhadi Al-Khawaja y Nabeel Rajab en Bahrein. Otros han perdido sus trabajos, o sus cónyuges o hermanos han perdido sus puestos de trabajo, o en algunos casos son encarcelados como castigo. Detención domiciliaria es otra forma de intimidación, como el famoso caso de Chen Guangcheng en China (antes de que huyera). Y en estos días estamos encontrando amenazas procedentes no sólo físicamente o en persona, pero a través de los medios de comunicación social, correo electrónico y a través de mensajes de texto”.

Para el representante de FLD “no hay ningún caso que no resulte impactante, de lo que he podido apreciar en mi trabajo, pero por ejemplo en el caso de Chen Guangcheng destaca por la crueldad de la situación. Aquí tenemos a un hombre que defendió los derechos de la mujer y su salud (contra las esterilizaciones forzadas) y fue castigado por la justicia china a tres y medio años de prisión. Terminó su prisión y luego él, su esposa, su madre e hija pequeña fueron forzados a vivir prisioneros en su casa, donde estuvieron bajo todo tipo de vigilancia física y electrónica por las autoridades locales. Nadie podía visitarles y la familia no podía conseguir los medicamentos necesarios. A su pequeñahija se le impidió asistir a la escuela en un principio, y luego cuando se le permitió asistir, fue llevada a la escuela y por hombres armados dispuestos por las autoridades locales. Que las autoridades de China lleguen con total impunidad a tales medidas extremas sólo puede explicarse por la crueldad”.

Muchos casos de defensores de los derechos humanos en peligro o encarcelados podrían tener un final distinto si la opinión pública pudiera acceder a información sobre su historia, por ejemplo en el caso de Abdulhadi Al-Khawaja.

“El es un líder defensor de los derechos humanos en el Medio Oriente y específicamente en su país de origen de Bahrein. Ha dirigido muchos talleres de capacitación, defendido en nombre de otros e informó sobre algunos de los peores abusos de los derechos humanos en la región durante muchos años. En febrero de 2011, Abdulhadi dejó su trabajo para unirse a los manifestantes en Bahréin en la rotonda de La Perla, en el movimiento de protesta que fue parte de lo que fue conocido como la ‘primavera árabe’. Habló contra los abusos del régimen y de las violaciones de los derechos humanos y la necesidad de un sistema de Gobierno que respeten las normas internacionales de derechos humanos y las libertades civiles. Dos meses más tarde, fue arrestado en una ola de arrestos contra líderes comunitarios, políticos y figuras de los derechos humanos. En la cárcel, fue torturado y sufrió lesiones en su cara que requirieron 4 horas de cirugía y exigirle usar hasta el día de hoy tornillos de metal en su rostro para unir su mandíbula. Fue sometido a juicio en un ‘Tribunal de Seguridad Nacional’ – es decir un juicio militar, un juicio manifiestamente injusto, que no sólo no cumplió con las normas internacionales; tampoco cumplió con normas jurídicas incluso bahreiníes. Fue condenado y sentenciado a prisión perpetua”.

“Mientras el Gobierno de Bahrein ha cedido a la presión internacional para traer una apelación a un tribunal civil, hay serias dudas sobre la imparcialidad de la corte, y mientras tanto, permanece encarcelado, mientras que el Gobierno ha negado llamamientos humanitarios por la comunidad internacional para permitirle viajar a Dinamarca (donde también tiene ciudadanía) para tratamiento médico. Es otro caso dramático”.

Respecto a la dramática situación en Siria, Adam Shapiro repara que la indiscriminada violencia es contra toda la población, los defensores de los derechos humanos son tanto objetivos como la población civil en su conjunto.

“Siria está en guerra civil, en un conflicto armado interno. Mientras que los defensores de los derechos humanos han sido objeto por parte del Estado, especialmente hacia aquellos que trabajan sobre la libertad de expresión y que participan en sacar información al mundo exterior, de todas formas hay poca distinción entre las víctimas, por que es el conjunto de la sociedad el que sufre sus dramáticas consecuencias. Los defensores de los Derechos Humanos van a tener mucho trabajo en términos de garantizar la rendición de cuentas cuando se detenga la violencia.

En relación a América Latina Shapiro indica que “las situaciones más apremiantes en la región se viven en Honduras, Colombia y México. Sin duda, hay problemas en otros países, pero en esos tres, es el uso regular de violencia letal contra defensores de derechos humanos debido a su trabajo. La parte norte de México Chihuahua y Juárez en particular, especialmente sobre defensoras de los derechos humanos delas mujeres. En cada uno de estos casos, el estado parece haber perdido su capacidad para proporcionar seguridad a sus ciudadanos y elementos criminales, incluyendo narcotraficantes están fuertemente involucrados en la violencia global. Pero también participan policías y ejércitos con altos niveles de corrupción. Sin duda hay una falta de legitimidad de las autoridades en estos casos”.

Consultado sobre formas de colaborar o un eventual trabajo como voluntario de FLD, Shapiro estima que si bien existe un voluntariado en su sede en Dublin Irlanda, en realidad el mejor voluntariado en estos casos “es involucrarse en sus comunidades locales, compartir sus necesidades en derechos humanos y sociales, apoyar este tipo de actividades desde la base”.

Formas de contactar a FLD: Web: www.frontlinedefenders.org, en Twitter-@ FrontLineHRD – y en Facebook – Front Line Defenders.

*periodista chileno, robertomanriquez@hotmail.com