Desde hace meses circula en redes sociales una convocatoria a renunciar de manera formal a la fe católica en Chile, apuntando a las malas prácticas y perversidades de la Iglesia a lo largo de su historia y que arrastra hasta hoy.

La campaña impulsada por organizaciones ateístas invita a realizar el trámite eclesiástico de la apostasía -definido como negar la fe recibida en el bautismo- y así dejar de ser parte de las cifras que esgrime la institución en términos de representación.

Este movimiento lleva años en marcha y no sólo en Chile. Este año la difusión se centró en lograr influencia antes de la realización del Censo y ahora se definió el miércoles 15 de agosto como una nueva fecha en que los adherentes presentarán la documentación necesaria para dejar de ser católicos, con manifestaciones y actividades de difusión y debate programadas desde Antofagasta a Chiloé.

Motivos

Inclusión obligada: “Tú no elegiste bautizarte, ahora elige retirarte” es el lema del evento. En ese sentido, los convocantes afirman que más allá de que una persona se reconozca atea o agnóstica, “cuando una persona es bautizada, inmediatamente comienza a hacer parte del rebaño estadístico. O sea, aunque la niegues en tu pensamiento, sigues contando para ellos y para el Estado como uno más de los católicos”.

Uso de registro para influencia social: Públicamente, la Iglesia recoge los datos del Censo 2002 y dice que el 70% de los chilenos mayores de 15 años son católicos, es decir, más de 7 millones 850 mil personas.

A juicio de sus detractores, esto le permite lograr influir en políticas estatales, como la educación, la salud o la sexualidad, imponiendo su postura en temas tan polémicos como el aborto, la eutanasia o la homosexualidad.

“Subvenciones”: Por otro lado, en su declaración de principios los convocantes afirman que por medio de una especie de “concordato”, la representatividad de la Iglesia le permite acceder a ayudas económicas desde el Estado, para suplir sus necesidades como institución.

La contradicción aquí es que la apostasía sólo logra restar en las cifras internas de la Iglesia, no así en el Censo ni en encuestas. Ante ello, surge la motivación simbólica de todo esto…

“Un grito simbólico de rechazo”: Luis León Cárdenas, de la Asociación Escéptica de Chile, señala que “consiguiendo difundir el concepto de apostasía, encontramos esperable que vaya habiendo cada vez más gente que deje de declararse católica en encuestas y censos”.

“Lo que también pretendemos reivindicar públicamente es lo que significa una apostasía en al menos tres dimensiones: la moral, de no permanecer afiliado a una institución demostradamente criminal; la intelectual, de restar adhesión a un credo que se considera nefasto; y la cívica, de rechazar la injerencia de los credos religiosos particulares en cuanto pretendan imponerse socialmente a terceros, mediante la instrumentalización del aparato público en una democracia secular”, explica Cárdenas.

Agrega que “una apostasía pública es un simbólico grito de rechazo al pisoteo constante que las iglesias hacen del secularismo de nuestra república, y como consecuencia, de nuestra democracia y de nuestras libertades individuales”.

Procedimiento

Quien desee desaparecer del registro de católicos debe tener en mano su certificado de bautismo, una carta de “defección formal y cancelación de datos personales” y la copia de su cédula de identidad.

Todo deberá reunirlo en un sobre, con el nombre del obispo titular de su diócesis como destinatario, y entregarlo el día programado para la actividad, para luego agendar una cita con dicho obispo y concretar el trámite con la firma de la “Declaración Formal de Abandono de la Fe Católica”.

Inconvenientes

El renunciar definitivamente al catolicismo tiene también efectos concretos en las personas, que son advertidos por los sacerdotes a la hora de cumplir el trámite.

Por ejemplo, después de apostatar, no puedes casarte en una iglesia católica, ni ser padrino de bautizo o boda cuando algún cercano te lo pida. Tampoco podrás trabajar para la institución y ojo, no tendrás una “cristiana sepultura” (al menos católica).

“En vez de salir, renovar la Iglesia”

El sacerdote jesuita Pablo Romero explica que “no es que la Iglesia los vaya a castigar. Si las personas abandonan el catolicismo, es raro que le pidan a los ministros que sean testigos de su matrimonio, que los bauticen o que cuando mueran le den sepultura católica. Ahora si aún abandonando la Iglesia piden sus sacramentos habría que conversar por qué lo están haciendo”.

Afirma que las consecuencias de abandonar el catolicismo “son finalmente un misterio y quizás más de alguno va a ser una mejor persona y será más feliz. El espíritu de Jesús supera los límites de la institución”.

Sobre la apostasía, el sacerdote lamenta que en mucha gente hay decepción y rabia “no sólo por los males que cometemos los cristianos, y los curas y religiosas en particular, sino el caer en la cuenta de que existen estructuras, instituciones y dinámicas que nos alejan del evangelio en la Iglesia”.

En ese sentido dice entender “estas expresiones como fruto de esto, y me da pena que esa sea la salida para muchos. Para otros tantos más, creemos que la Iglesia es la comunidad NO de los perfectos, sino de los que queremos seguir a Jesús con toda nuestra humanidad, la queremos, le debemos mucho, y en vez de salirnos, creemos que hay que colaborar en la renovación de ella”.