Hace un mes se dio a conocer el primer informe sobre “El estado del medio ambiente”, elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente en cumplimiento a lo establecido en el artículo 70 de la Ley Ambiental N° 19.300, modificada el año 2010. El estudio sigue, en su estructura, las pautas recomendadas por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) para identificar los principales problemas ambientales, las causas de éstos y las acciones desarrolladas para gestionar el medio ambiente. En definitiva, este informe responde a exigencias de la OCDE y de la ley ambiental chilena.
El valor de la publicación radica en que es un informe oficial que intenta dar cuenta del estado del medio ambiente en Chile, abordando el tema desde diversos aspectos. Si bien la difusión de esta publicación a través de los medios de comunicación puso el énfasis en temas de contaminacion atmosférica, resulta muy relevante revisar todo el contenido, pues mas allá de las sutilezas del lenguaje, las omisiones o los intentos por “bajar el perfil” a ciertos aspectos, queda más que clara la carencia de información, la ausencia de regulaciones y la pésima gestión ambiental del país.
El segundo eje del informe está dedicado al “patrimonio ambiental”, que aborda en el capítulo N° 7, la temática de la biodiversidad. En este apartado se da cuenta del estado de especies y ecosistemas fundamentalmente nativos, y permito constatas, con sorpresa y estupefacción, la profunda carencia de información en esta materia y, al igual que en otras áreas, la ausencia de regulación y, lo que es peor aún, la dispersión normativa en distintos servicio públicos.
Lo dramático es que el informe parte reconociendo que Chile tiene un patrimonio natural de importancia mundial, ya que es un país de ambientes heterogéneos, lo que posibilita la existencia de diversos ecosistemas, lo que sumado al relativo aislamiento geográfico del país, han permitido la existencia de un importante número d especies endémicas, es decir, que sólo existen en este lugar del planeta. En lo referente a especies, indica que se han descrito aproximadamente 30.670 especies, de las cuales un porcentaje importante -entre 22% y 25%- son endémicas, es decir, han evolucionado de manera casi exclusiva en el territorio nacional, lo que les confiere importancia mundial.
Respecto al estado de conservación de las especies, se utiliza la “clasificación de especies” en alguna categoría de amenaza establecida a través del Reglamento de Clasificación de Especies. En esta materia el estudio señala que menos del 3% (921) de las especies descritas para Chile han sido clasificadas bajo esta normativa, y de éstas existen 231 en “peligro”, es decir, están amenazadas de desaparecer.
En cuanto a la situación de los ecosistemas , el informe no es para nada alentador; basta sólo algunas citas para dar cuenta de ello: “A nivel nacional no existen indicadores que permitan realizar un diagnóstico de la situación actual de los ecosistemas terrestres”; “A nivel mundial, existen varios indicadores para determinar el estado de los ecosistemas marinos, sin embargo, a nivel nacional no existen estimaciones para este tipo de indicadores”; refiriéndose a ecosistemas acuáticos continentales señala: “actualmente, no existe información sobre el estado de este tipo de ecosistemas en el país”.
En resumen, la carencia de información respecto de nuestro patrimonio natural y en especial en relación a nuestra biodiversidad, parecen haber sido parte de la política de estado de todos los gobiernos. Lo que no queda claro si esto se debe a la ignorancia de las autoridades de turno o a una clara voluntad de no abordar el tema. Sin embargo, lo que sí está clarísimo es que conocer la biodiversidad y su estado resultan un punto de partida fundamental para implementar acciones de conservación y realizar una adecuada gestión de la misma.
Probablemente la escasa difusión pública que tuvo el contenido del capítulo sobre biodiversidad se debe a lo ajena que le resulta a la mayoría de la gente el concepto de diversidad biológica, pero esto no le resta importancia a su contenido. Muy por el contrario, es urgente que nos adentremos en este concepto y comprendamos la importancia que tienen las especies nativas y sus variedades, así como los ecosistemas naturales, para sostener nuestra vida.
Por ello resulta sorprendente que después de más de una año en que se encuentra en el Parlamento el proyecto de ley para crear el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, cuyo contenido es bastante deficiente y no garantiza para nada la adecuada conservación del patrimonio natural, el Presidente de la República haya decidido tramitar sólo una parte de esta iniciativa legal. En efecto, el mandatario decidió que es más urgente legislar sólo respecto a un sistema de áreas protegidas, relegando la legislación sobre biodiversidad para un futuro próximo. Si bien es posible entender las razones del Ejecutivo, resulta imprescindible que las autoridades, incluido el Presidente, comprendan la relevancia del tema, se comprometan a levantar información sobre especies y ecosistemas, e impulsen la generación de una institucionalidad pública que sea la encargada de proteger y gestionar la biodiversidad.
Por Flavia Liberona
Directora Ejecutiva Terram