El presidente electo egipcio, el islamista Mohamed Murdi, juró simbólicamente este viernes ante decenas de miles de personas en la plaza Tahrir de El Cairo y advirtió implícitamente al ejército de que ningún poder estaría sobre el del pueblo.
“Juro por Dios preservar el sistema republicano, respetar la Constitución y la ley, proteger por completo los intereses del pueblo y preservar la independencia de la Nación y la seguridad de su territorio”, prometió solemnemente la víspera de su investidura oficial, prevista el sábado por la mañana ante la Alta Corte Constitucional.
“Son la fuente de poder y de la legitimidad, que está por encima de todos. No hay lugar para nadie, para ninguna institución (…) por sobre esta voluntad”, lanzó el presidente electo cuyas prerrogativas fueron limitadas en provecho del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que dirige el país desde el derrocamiento de Hosni Mubarak en febrero de 2011.
Descrito como con poco carisma, Mursi, miembro de los Hermanos Musulmanes, se expresó con tono firme y apasionado, celebrado por la multitud que lo recibió con el himno nacional y agitando banderas egipcias.
Mursi envió también un mensaje a los cristianos y laicos, que temen que la llegada de un islamista al poder sea sinónimo de una restricción de la libertad de expresión y de culto. El presidente electo prometió además un Estado “civil, patriota, constitucional y moderno”.
El presidente electo también prometió obrar por la liberación del jeque Omar Abdel Rahman, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por un complot para cometer atentados en Nueva York.
El CSFA se había comprometido a entregar el poder el 30 de junio al nuevo jefe de Estado. Pero recuperó recientemente el poder legislativo luego de la disolución a mediados de junio, amparándose en un fallo que anuló la modalidad del escrutinio, de la Asamblea del Pueblo, dominada por los islamistas.
Esta disposición permite en los hechos a los generales conservar un derecho a veto a toda nueva legislación o medida fiscal que no tenga su visto. El ejército también conserva potestad sobre la redacción de la futura Constitución, piedra angular de la separación de los poderes en el futuro.
Este conflicto institucional abrió la vía los últimos días a una polémica entre el presidente electo y el poder militar sobre el modo de la investidura.
Según los militares, con la Asamblea disuelta, el presidente electo debía jurar ante la Alta Corte Constitucional, conforme a la “Declaración de Constitucionalidad Complementaria” adoptada recientemente por el ejército.
Pero los Hermanos Musulmanes, que denunciaron esta declaración como “un golpe de Estado”, habían reclamado que la jura tuviese lugar en la Asamblea, que aún consideran como legítima.
Mursi jurará finalmente, de manera oficial, ante la Alta Corte, según un comunicado de la presidencia.
Antes de llegar a Tahrir, Mursi, primer presidente islamista en Egipto y primer mandatario que no salió de las filas militares, rezó en la gran mezquita Al Azhar, donde el imán y ministro de Bienes Religiosos en el gobierno saliente llamó a renegar “toda discriminación entre individuos, grupos o comunidades”.