Con extrema cautela, el gobierno de Bolivia sigue manejando el amotinamiento de varios regimientos de la policía uniformada, que desde el 22 de junio se encuentran parapetados, exhibiendo sus armas y anunciando que pueden lanzar ataques con bombas molotov, contra oficinas gubernamentales e instalaciones vitales para las ciudades.
El vicepresidente, Álvaro García, admitió que el movimiento está siendo manipulado por grupos con intenciones golpistas, que desean que haya enfrentamientos con muertos, y que están provocando la reacción gubernamental, que cuenta con la lealtad del ejército y las organizaciones de base, incluyendo la díscola Central Obrera Boliviana, cuyos dirigentes han organizado piquetes de trabajadores muchos de los cuales están armados con abundantes cargas de dinamita.
El vicepresidente García enfatizó que el Gobierno no responderá a provocaciones, e indicó que parte de la policía ya se reintegró a sus deberes, y que el Gobierno continuará sus negociaciones con los dirigentes acreditados. Admitió también el Vicepresidente que varios de los puntos reclamados por la policía son de toda justicia y serán debidamente atendidos.
Entre ellos destaca igualar los sueldos de la policía con los del ejército, y la contratación de un seguro de vida para los casos de muerte de algún funcionario en desempeño de su labor.