Últimamente ando con una particular sonrisa: la revolución asociativa que se venía anunciando desde finales del siglo pasado, finalmente está tomando forma en el ámbito local. Su voz se hace sentir ahora con renovado ímpetu y la coordinación de acciones hoy se facilita gracias a las redes sociales.
Indignados, asambleas territoriales ciudadanas, plebiscitos comunales, la “primavera árabe”, y tantas otras manifestaciones espontáneas de la voluntad ciudadana obedecen a la misma inspiración: ciudadanos unidos (y manifestados), jamás serán vencidos. Tanto los representantes del sector público como del sector privado terminarán por doblegarse a esta voluntad colectiva. Mal que mal, para eso están las encuestas.
Recuerdo con cariño la inspiración de formar Casa de la Paz en 1983: la Iniciativa Planetaria por el Mundo que Elegimos. Esta convocatoria surgida desde funcionarios de la ONU representaba la reacción ante la urgencia por detener la inminente Tercera Guerra Mundial (que sería la última para la especie humana).
El mandato a los ciudadanos era no asumir que la respuesta oportuna provendría de los gobernantes (entonces, el sector privado no era un actor en estos temas), ni de un líder carismático, sino articularse a nivel local y generar con urgencia la masa crítica del cambio de conciencia. Así fue y el Muro de Berlín fue derribado piedra a piedra. En Chile, las 500 personas que nos involucramos en esta iniciativa han seguido dando forma a su compromiso de entonces, en distintos ámbitos de la escena pública.
Gracias a haber constatado que nadie queda igual después de haber vivido un proceso de empoderamiento individual como el que relato, recibo con optimismo las noticias que, a lo largo de Chile y en los cinco continentes, los ciudadanos se autoconvocan en torno a un propósito común, involucrando a diferentes actores del sector púbico, privado, social, estudiantil, académico, comunicacional, gremial, entre muchos otros.
Si bien las motivaciones y pretextos varían de lugar en lugar, hay una ética y una estética compartida: la relación es horizontal y los voceros “no se arrancan con los tarros”, sino que vuelven todas las veces que sea necesario a validar las decisiones antes de comprometerse ante terceros. De esta forma, el “vocero” es alguien que representa la voz del colectivo y actúa como el portavoz de posiciones y no como su representante con facultades para negociar acuerdos.
Esta modalidad de participación permite deliberar, dialogar, argumentar y tomar decisiones con las cuales todos pueden convivir. Si bien logra alterar a los impacientes, este proceso permite que los involucrados se sientan “dueños” de la iniciativa y, por lo tanto, comprometidos con el objetivo acordado y con las decisiones para lograrlo.
El resultado del proceso son demandas ciudadanas consensuadas que responden a necesidades públicas y no sólo a intereses particulares o sectoriales. También, fruto del espacio de encuentro que permite rehacer relaciones y tejidos sociales a menudo deteriorados por antiguas rencillas y desconfianzas mutuas, los lazos de confianza y solidaridad entre vecinos generalmente resultan fortalecidos y se establecen puentes con otros mundos, como los gobernantes, el mundo empresarial y académico. Todo ello genera una red de relaciones, factor indispensable para resolver los complejos problemas que hoy aquejan a las comunidades.
La convocatoria siempre es amplia: todos quienes se identifican con el propósito compartido están invitados a ser parte, incluyendo las diferentes manifestaciones espirituales e ideologías políticas. La diversidad de miradas, culturas, prácticas y recursos es una fortaleza valorada, por lo que se hace un esfuerzo explícito de incluir y escuchar con la mayor atención a los “sin voz” por razones de género, etnia, economía o política.
Esta forma de operar, promueve la indelegabilidad de la participación, lo que permite acortar las distancias entre el ejercicio de la democracia directa y la democracia representativa. Queda claro que, algo grande y esperanzador está naciendo, y Chile no podía estar ausente.
Perfil Ximena Abogabir:
Especialista en educación ambiental, participación ciudadana, resolución de conflictos, gestión local participativa e involucramiento empresa-comunidad. De profesión Periodista y con 29 años de trayectoria es expositora permanente en espacios nacionales e internacionales sobre involucramiento de las empresas con las comunidades.Participa activamente como miembro de distintos consejos de organismos nacionales e internacionales, relacionadas con Medio Ambiente y el Desarrollo. Para seguirla en Twitter: @XAbogabir