El entierro de grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2), una técnica propuesta para reducir esas emisiones nocivas a la atmósfera, puede provocar terremotos y probablemente no ayude a luchar contra el calentamiento global, indicó el lunes un estudio estadounidense.
La advertencia apareció en un artículo en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, pocos días después de que otro estudio independiente estadounidense alertara sobre el riesgo sísmico de la técnica Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS, por su sigla en inglés).
El CCS es considerada una “estrategia viable” por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU para controlar la contaminación provocada por la generación de energía eléctrica a partir de carbón y otras fuentes industriales de CO2, indicó el estudio.
Sin embargo, aunque no hay proyectos de gran escala en marcha, el enorme volumen de fluido que tendría que ser enterrado durante largos períodos vuelven irreal el concepto, argumentó el estudio realizado por expertos de la Universidad de Stanford en California (oeste).
“Hay una alta probabilidad de que la inyección de grandes volúmenes de CO2 en las rocas frágiles que se encuentran comúnmente en el interior de los continentes provoque terremotos”, dijo el artículo de los profesores de geofísica Mark Zobacka y Steven Gorelick.
“Debido a que incluso los terremotos de magnitud pequeña y moderada amenazan la integridad del sellado de los depósitos de CO2, en este contexto, la CCS a gran escala es un riesgo, y es probable que la estrategia no funcione para reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero”, indicó.
La CCS tiene como objetivo reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera mediante la captura, licuefacción e inyección subterránea de grandes volúmenes de carbono.
Para que el CCS funcionara a escala global, sería necesario eliminar alrededor de 3.500 millones de toneladas de C02 al año, o el volumen equivalente a unos 28.600 millones de barriles, dijo el estudio, precisando que anualmente se producen en todo el mundo cerca de 27.000 millones de barriles de petróleo.
“Antes de embarcarse en proyectos para inyectar enormes cantidades de CO2 en varios lugares de todo el mundo, es importante señalar que durante períodos de tiempo de tan sólo unas décadas, las modernas redes sísmicas han demostrado que los terremotos ocurren en casi todas partes en el interior de los continentes”, dijo el estudio.
La CCS también requeriría una tasa de fuga subterránea de menos de un 1% cada mil años “para lograr los mismos beneficios para el clima que las fuentes de energía renovables”, dijo.
Inyecciones subterráneas de aguas residuales fueron vinculadas a terremotos pequeños a moderados en Estados Unidos en los últimos años, dijo la investigación, citando un caso evidente ya en 1960 en Colorado (oeste) y otros más recientes en Arkansas (centro-sur) y Ohio (norte).
El análisis del Consejo Nacional de Investigación (NRC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos encontró el viernes que el CCS “puede potencialmente inducir grandes eventos sísmicos”.
Pero la fractura hidráulica, una técnica para permitir o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo, que ha estado bajo intenso escrutinio de los ambientalistas, no es, según el estudio, un factor de riesgo de temblores.