Cuba acusó a Estados Unidos de haber llegado al “colmo de la hipocresía” al defender al contratista Alan Gross por llevar tecnología de comunicaciones ilegalmente a la isla y a la vez multar a la compañía Ericsson por reparar teléfonos celulares provenientes de La Habana.
Es “¡el colmo de la hipocresía yanqui!”, dijo el diario oficial Granma, al comentar la multa de 1,7 millones impuesta a la filial de la compañía de origen sueco en Estados Unidos, que recibió teléfonos celulares rotos en la isla para su reparación.
Gross, detenido en diciembre de 2009 en La Habana, fue condenado en marzo de 2011 a 15 años de cárcel por “actos contra la independencia o la integridad territorial del Estado” por ingresar ilegalmente a la isla decenas de equipos sofisticados de telecomunicaciones y entregarlos a comunidades judías y logias masónicas.
Washington exige la liberación inmediata del contratista, al considerar que cumplía una acción humanitaria en la isla.
“Quien con engaños y alevosía llegó a Cuba para ejecutar los planes subversivos de Washington, es una ‘buena persona’ y debe considerarse inmune e intocable, según la interpretación del imperio”, como aparece en el sitio oficial de Granma.
Agregó que, en contraste, “la empresa que, cumpliendo todas las normas y reglas del comercio internacional, se involucra en los planes de desarrollo de las telecomunicaciones cubanas es un ‘violador’ que debe ser perseguido y castigado”.
Según las leyes de Estados Unidos, Ericsson violó las restricciones impuestas por el embargo que Washington mantiene sobre La Habana desde 1962, y que ha sido condenado en las Naciones Unidas por la inmensa mayoría de las naciones.
“El Gobierno de Estados Unidos, en su obstinación por restablecer su dominación sobre Cuba, no solo continúa violando las más elementales normas del derecho internacional al mantener el bloqueo a nuestro país, sino que ha llevado al delirio la justificación de su hostilidad”, agregó Granma.