Poco antes de que se iniciara el discurso del 21 de Mayo, en entrevista con un medio de comunicación, el Senador por el Maule Sur Hernán Larraín (UDI), pidió al presidente Piñera humildad y capacidad para reconocer errores. Para su pesar, sin embargo, hizo justo lo contrario.

Siendo la reconstrucción un tema que la ciudadanía, los especialistas, la oposición política e incluso muchos parlamentarios de gobierno coinciden en calificar de insuficiente y deficitaria, Piñera partió su intervención haciendo una apología a la manera en que el gobierno la ha enfrentado.

En primer lugar Piñera afirmó que ya están entregados “los 220.000” subsidios comprometidos. Al respecto hay que decir que solo en la región del Maule hay más de 20.000 familias calificadas como damnificadas por el Minvu a las que no se les reconoció su derecho a subsidio, muchas de las cuales vivían como arrendatarias o allegadas. Llevada esta realidad al ámbito nacional al menos 80.000 familias, más de 200.000 personas, no tienen ni siquiera la posibilidad de recibir algún apoyo. Estas familias no son parte de los 220.000 subsidios comprometidos.

Al mismo tiempo, vemos que muchas familias damnificadas hábiles de subsidio y que postularon adecuadamente, no han recibido apoyo del Estado por que los recursos están agotados. ¿Cómo se explica que personas contabilizadas por el Minvu como damnificadas con derecho subsidio se hayan quedado sin recursos? Solo en Talca se han entregado 3.000 subsidios sobre el número de damnificados identificados como hábiles. ¿A quién se han entregado los subsidios de reconstrucción? ¿Cómo se ha llegado a la cifra de 220.000 subsidios asignados?

En segundo lugar, Piñera afirmo que tres cuartos de la reconstrucción estaba concluida. En el caso de las viviendas y ciudades esto es absolutamente falso.

No más del 20% de las viviendas destruidas han sido reconstruidas y la mayoría de ellas son en modalidad vivienda prefabricada. La mayor parte de las reparaciones se hicieron con un subsidio que no asegura la recuperación de la habitabilidad de la vivienda. Pero el problema no solo es de cantidad, lo que se está haciendo está profundizando la segregación de nuestras ciudades.

En Talca, por ejemplo, se han asignado U$40 millones en subsidios de reconstrucción para estimular la creación de una nueva oferta de vivienda en la zona central, sin embargo, por su valor final, esta oferta habitacional no estará al alcance de los damnificados que arrendaban o estaban como allegados en esos barrios, por el contrario, para ellos se están construyendo más de 3.000 viviendas sociales en la periferia. Esto no apunta a mejorar lo que existía, como señaló Piñera, esto es profundizar las brechas urbanas y empobrecer a las familias damnificadas quebrando sus redes sociales y quitándoles su activo más importante: su localización.

En tercer lugar, Piñera señaló que las familias damnificadas tienen asegurada una vivienda digna mientras sus viviendas son construidas, esto, a través de un subsidio de arriendo que ya está en marcha. La realidad es que este subsidio, que ya presenta el problema de una oferta insuficiente de vivienda para arrendar, solo es un derecho para no más del 20% del total de damnificados del terremoto, es decir, aquellos que viven en las denominadas “aldeas”. En tanto, la mayoría de los damnificados están en viviendas de emergencias, rucas o ranchos o hacinados en casas de familiares y amigos, para ellos no existe el subsidio de arrendamiento.

Finalmente, Piñera hizo referencia a los Planes de Reconstrucción de barrios y ciudades. Estos planes, que en las ciudades más grandes fueron financiados y desarrollados con autonomía por grandes grupos económicos como Celco, Cencosud y Hurtado Vicuña, entre otros, no tienen ninguna fuerza legal, no están dentro de los instrumentos de ordenamiento territorial existentes y no tienen un financiamiento específico asociado. Se suma a esto su impertinencia con los daños reales provocados por el terremoto.

En el caso de Talca, el Plan no incorporó como un tema central el daño que produjo el terremoto, y fue más bien un ejercicio prospectivo de marketing urbano, que podría haberse realizado en cualquier momento, con o sin un terremoto.

Fue un gran error comenzar un discurso presidencial del 21 de Mayo con afirmaciones tan cuestionables y alejadas de la realidad. Es por cuestiones como estas que el presidente y su gobierno no logran incrementar sus niveles de apoyo y credibilidad. Los ministros están tan empeñados en ser exitosos que se olvidan de que el objetivo no es “mostrar una buena gestión”, sino hacerlo bien de verdad. Tal como lo dijo el senador Hernán Larraín, se requiere humildad y capacidad de reconocer los errores, pero al parecer ese camino no está en el ADN del gobierno, del presidente y menos de su Ministro de Vivienda.

Francisco Letelier Troncoso
Sociólogo
ONG Surmaule