Centenares de personas durmieron en refugios la noche del lunes, durante la cual se sintieron nuevas réplicas, y cerca de 3.000 permanecían desplazadas tras el terremoto que el domingo sacudió la región de Ferrara, en el noroeste de Italia.

Durante la noche tuvieron lugar no menos de 24 réplicas de una magnitud de hasta 3,7 grados en la escala de Richter, eco del primer temblor de 6 grados que sacudió la región en la noche del sábado al domingo (a las 02h00 GMT) y que dejó seis muertos en esta zona industrial y densamente poblada.

Según los servicios de emergencia, docenas de personas también resultaron heridas tras el terremoto y varias casas y monumentos históricos quedaron en ruinas.

Temiendo el derrumbe de nuevos edificios, centenares de italianos pasaron la noche del lunes en sus coches mientras otros durmieron en refugios temporales en los que las autoridades locales habían instalado camas, mesas y sillas.

Las réplicas se sintieron sobre todo en las zonas de Mirandola, San Felicia y Finale Emilia, a 36 kilómetros al norte de Bolonia, la localidad donde se situó el epicentro del primer temblor.

Tras el sismo, el primer ministro Mario Monti anticipó su regreso a Italia desde Estados Unidos, donde participaba en una cumbre de la OTAN.

El temblor llega poco más de tres años después después de otro sismo de magnitud 6,3 que sacudió en marzo de 2009 la ciudad de l’Aquila dejando 300 muertos y decenas de miles de personas sin casa.

Durante la noche lluviosa del domingo al lunes se sintieron no menos de 24 réplicas en la zona, cuatro de ellas con una magnitud de al menos 3 grados.

Cuatro de los fallecidos en el primer temblor eran trabajadores del turno de noche cuyas fábricas se derrumbaron. Dos de ellos murieron cuando se desplomó el techo una fábrica de cerámicas en la localidad de Sant’Agostino en la que trabajaban.

Una mujer de 37 años y otra mujer de más de 100 años murieron por la conmoción y otras 3.000 personas siguen desplazadas, al tiempo que varios hospitales fueron evacuados como medida de precaución.

“Salí porque sentía que la casa se movía. Los muebles se estaban cayendo, era caótico. La gente corría en todas direcciones”, dijo Claudio Bignami, de 68 años, un electricista jubilado.

Tuve que salir rápido, no puedo volver a mi casa, tenía miedo”, dijo por su parte Aldra Bregoli, de 73 años, que llevaba puesto un jersey sobre su camisón.

La televisión italiana mostró edificios históricos, entre ellos varias iglesias, en ruinas, así como coches aplastados bajo los escombros.

El servicio de protección civil evacuó a centenares de ancianos y personas vulnerables hacia refugios improvisados en la localidad de Finale Emilia, el epicentro del temblor.

“Según los primeros informes los daños causados al patrimonio cultural son significativos”, dijo el ministro de Cultura tras el sismo, que también se notó en las ciudades de Bolonia, Ferrara, Verona y Mantua.

La región de Emilia-Romaña es una de las más industrializadas de Italia y alberga tesoros artísticos y arquitectónicos. El centro histórico de Ferrara forma parte de la lista del patrimonio mundial de la UNESCO.

El techo de una capilla del siglo VI en la localidad de San Carlo, cuya restauración llevó ocho años, se derrumbó y dejó al aire libre las estatuas de ángeles que hay en el interior.

“Ya no hay nada que hacer”, dijo Claudio Fabbri, de 37 años, encargado de la restauración.

El terremoto también provocó el derrumbe de un almacén donde se guardaban quesos de denominación Parmesano y Grana Padano por un valor estimado de más de 250 millones de euros, indicó un responsable local.