Ser padres no es una tarea fácil y muchos concuerdan que se vuelve incluso más difícil cuando los hijos atraviesan la temida “edad del pavo”. Sin embargo, con algunas técnicas sencillas —que se decantan de miles de estudios acerca de la conducta humana— se puede enfrentar de mejor manera este desafío. En este artículo veremos algunas de ellas.

Por Jorge Silva Rodighiero

Muchos padres vienen a consultarme producto de problemas con sus hijos. En la gran mayoría de los casos, estos problemas empiezan cuando comienza la pubertad.

Como ejemplo, tomaré el caso de Patricio (este caso es real, sin embargo, los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas referidas en él, quienes revisaron y autorizaron esta publicación). Sus padres llegan a mi consulta porque sienten que su hijo “se ha puesto rebelde, que está cambiado” por lo que están preocupados por su futuro.

Me cuentan que hasta el año pasado Patricio cumplía con sus responsabilidades: hacía su cama, ordenaba su pieza, estudiaba lo suficiente, tenía buenas notas, etc. Pero cumplidos los catorce años, todo eso había empezado a generar problemas. Cuando se le pedía que hiciese algo, respondía de mala forma, terminando la conversación con un “no pienso”.

¿Qué han hecho hasta ahora los papás de Patricio?
Una de las herramientas con la que han intentado aplicar algo de control sobre su hijo adolescente es el dinero. Tomando en cuenta que el dinero le entrega autonomía al joven, y por lo tanto éste le da mucha importancia, no es una mala idea usarlo a favor de la crianza. El tema es saber cómo usarlo para ello.

Lo más típico es la mesada. Un monto fijo mensual —aunque muchas veces, por miedo a la capacidad de ahorro de los adolescentes, se da de forma semanal— que los padres dan a los hijos. Desde que habían empezado a tener problemas con Patricio, habían decidido no dársela cada vez que se portaba mal. Cuando llegaba con una mala nota, por ejemplo, le decían que no la recibiría. El problema es que muchas veces se la terminaban dando igual, ya que de ahí sacaba lo necesario para colación y cargar su tarjeta bip.

Quitar algo positivo, como es la mesada, es lo que se conoce en psicología como castigo. Los miles de estudios al respecto muestran dos cosas respecto a éste. Primero, que para que sirva para modificar la conducta indeseada (por ejemplo sacarse una mala nota) debe aplicarse todas las veces que la conducta ocurra. Segundo, que no es para nada el mecanismo más eficaz en la modificación de una conducta.

¿Cuál es la mejor manera para propiciar una conducta? El premio o refuerzo. Esto se refiere simplemente a dar algo positivo a la persona tras haber realizado la conducta deseada, o bien quitarle algo negativo. El típico ejemplo de lo primero sería darle un regalo a un niño cuando saca buen promedio, o tras haberlo castigado sin salir dejarlo ir a una fiesta cuando se portó bien en la semana. El problema es que muchas veces los padres no saben cuál es la forma más efectiva de usarlo.

Uno de los problemas que tenían con Patricio era que ya no sacaba la basura. Los padres ya no sabían qué hacer para que su hijo hiciese algo tan simple como ello. ¿Qué hacer para lograrlo? Ayudémonos con lo que una de las escuelas de la psicología que más ha estudiado la manera de modificar una conducta, el conductismo, dice al respecto. Esta corriente psicológica ha descubierto que, a diferencia de lo que se puede pensar, el premiar solo algunas veces una conducta deseada, es decir, de manera intermitente, es más efectiva para que ésta se mantenga, que premiarla cada vez que ocurra.

Volvamos al caso de Patricio. Si sus papás lo premiaran cada vez que sacara la basura dándole 500 pesos, él sacaría la basura esperando cada vez ese premio. Cuando sus papás consideren que ya está instaurada la conducta, y dejen de darle los 500 pesos, lo más probable es que al poco tiempo Patricio ya no saque la basura. Por el contrario, si sólo algunas veces se le dan los mismos 500 pesos, cuando Patricio no obtenga el premio, podría: “bueno, quizás a la próxima”, por lo que seguirá sacando la basura con la expectativa de recibir en algún momento su premio. Esto significa no sólo un ahorro importante para los padres, sino también que Patricio saca la basura aún sin recibir su premio. Esto es lo que se llama un programa de intervalo variable.

Sin embargo, es muy importante tener en cuenta un descubrimiento algo antiguo en la psicología, pero que tiende a olvidarse. Cuando la persona tiene motivación intrínseca por algo, es decir, una motivación propia y que no requiere de premios, el premiar la conducta cuando ocurre —como si se necesitase una motivación extrínseca— tiende a disminuir la aparición de la conducta. Esto quiere decir que si a un adolescente le encanta ir a entrenar fútbol, y sus padres lo premian pagándole 1.000 pesos cada vez que lo hace, es más posible que deje de ir a entrenar, que si no le dan premio alguno.

En síntesis, hay muchas técnicas que pueden ayudarnos con un adolescente. Lo importante es conocerlas y aplicarlas correctamente. Para ello es importante conocer qué es importante para cada adolescente y así poder saber cuál es la que mejor le ayudará. Por todo esto, es importante a veces contar con la asesoría de un profesional. A fin de cuentas, no queremos hacer de la crianza un proceso aún más difícil.

Jorge Silva Rodighiero, Psicólogo de la P. Universidad Católica de Chile | www.jorgesilva.cl | Puedes realizar tus consultas a la siguiente cuenta en Twitter @jorgesilvacl.