En estos días, no son pocos los miembros de nuestra alicaída clase política, que habla en sus usuales discursos, del reajuste al sueldo mínimo.
Una vez más, se menciona el tema de la inequidad social. Pero, ¿quién hace algo por vencer la brecha que existe entre las clases acomodadas del país y las más pobres? En realidad, ni el actual gobierno ni los de la concertación, se la han jugado de verdad por ello.
El sueldo mínimo hoy es de $189.000. Escucho, que la propuesta de los trabajadores es de llegar a los $250.000. Y para que estamos con cosas, ¿es mucho pedir esa cifra? En mi opinión, y creo que la de la mayoría, es un NO.
Primero, porque es fácil hacer el ejercicio matemático, de que esa cantidad no es suficiente para vivir en forma digna, en una familia promedio, compuesta por 4 personas.
Segundo, porque me resulta una burla rechazar la propuesta de los trabajadores, de solicitar un salario mínimo de $ 250.000, después de conocer que nuestros esforzados senadores, aumentan entre cuatro paredes, como si nada, su dieta en $ 2.000.000 mensuales o conocer los millonarios honorarios de los asesores del presidente Piñera.
Tercero, observar, que la Ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, se pone al reajuste mencionado, es una aberración frente a la farra fiscal que hay, por ejemplo, en los beneficios y comodidades que perciben nuestra autoridades estatales, a costa del bolsillo de los chilenos.
Cuarto, porque ni el gobierno de Piñera, muy comprometido con el empresariado, ni los de la concertación, se la han jugado, de una vez, por los trabajadores de nuestro país. Lo poco y nada que éstos consiguen, es a tirones o producto de manifestaciones o paros. Los aumentos salariales se han incrementado, es cierto, pero muy lejos de la cifra real, que se necesita.
Se predica reiteradamente, sobre acortar la enorme brecha social que hay en Chile, y la de terminar, con la impactante inequidad, entre los más ricos y los más pobres. Es un poema poco creíble.
La gente no es tonta. Se da cuenta de cómo el actual gobierno, protege los intereses de los privados. Mal que mal, varios miembros de su gabinete, tienen altas inversiones en importantes empresas e instituciones de educación particulares del país. No son pocos, los que deben su fortuna, gracias a sus participaciones en ese sector, ¿o no, Cristián Larroulet?
Famosa es la burla de los gobiernos anteriores, como también del actual, frente al delicado tema, que se refiere al ingreso familiar de los sectores más vulnerables de Chile. ¿Por qué le llamo burla? Porque si los están en el poder, sea legislativo y ejecutivo, organismos estatales, disminuyeran sus gastos, propios que se les asignan a sus cargos, varios de éstos inexplicables, es un paso para mejorar las condiciones de vida de las familias más necesitadas.
Si el estado, sigue guardando debajo el colchón, las altas utilidades que dejan el precio del cobre en los últimos años, y destinara esos recursos a alivianar la carga económica, muchas veces insostenibles, de la clase media y baja de nuestro país, es una señal de encaminarse a una mayor equidad social.
¡¡Ojo!! No llamo a ser populistas ni a desequilibrar la balanza económica, sino que se mejore la distribución del ingreso y los recursos fiscales.
Este mismo proyecto de ley, me refiero a la reforma tributaria enviada al parlamento, por parte del gobierno del Presidente Piñera, evidencia dudas, en cuanto a los resultados de sus propuestas, tales como la efectividad final, de traspasar los créditos de los estudiantes desde la banca privada al estado (hay que estudiar con lupa la letra chica), y la adornada supuesta baja al impuesto específico a los combustibles.
Digo adornada, porque el beneficio consta, en simples palabras, el de paliar las alzas a los precios, cuando éstas sean altas. De eliminar el gravamen a la bencina, es poco o nada. Aunque me critiquen mi comentario. La realidad es, en pocas palabras, mientras más caros estén los valores, más recauda al fisco. Por favor, que nadie crea, que los combustibles van a bajar en forma considerable, como la mayoría de los chilenos claman. Si ello ocurriera, sería por la baja internacional del crudo.
La supuesta compensación que menciona el gobierno en su reforma, es un disfraz de mal gusto. Viene a ser lo mismo que hizo la concertación, nunca evidenciaron una señal clara de terminar con el impuesto específico. Nadie se la ha jugado por ello.
No soy un economista, pero pienso en que hay fórmulas de obtener recursos, que beneficien al consumidor. Una de ellas, mencionada en el proyecto de reforma, es la de elevar el impuesto a las grandes empresas, pero que sea un valor de verdad, que recaude cifras, que beneficien a los sectores sociales afectados. Otra, la de elevar, pero en forma importante el gravamen al tabaco y el alcohol sin miedo. Total, el que fuma y bebe, va a pagar, igual, el alza. Y, por último, lo que mencioné en párrafos anteriores, la de disminuir la farra fiscal, gastos reservados y sueldos, de funcionarios que llegan apernados a los ministerios, servicios públicos y los mismos parlamentarios, por mencionar algunos. Las cifras en este último caso, es una vergüenza. Sólo pensar en un ejemplo. Los lujosos vehículos en que se transportan las autoridades, partiendo desde ministros hacia abajo, una falta de respeto.
Pero también hay un factor importante en esta problemática planteada aquí. Es la falta de voluntad de la clase política chilena y la de los mismos gobiernos desde el pasado al presente. Mucho discurso, verborrea y ruido, pero los resultados, la ineptitud y falta de conciencia se los comen vivos.
Seguimos frente a la mentira. Aquí sí que existe equidad entre gobierno y oposición.
Víctor Huidobro es periodista. Vive en Santiago y escribe regularmente en su blog, El Nada Serio. Tiene su cuenta de Twitter en @elnadaserio