La renuncia de Leonidas Montes a la presidencia del directorio de Televisión Nacional de Chile será, de nuevo, una oportunidad perdida para debatir el carácter de la televisión pública, si ésta de verdad existe y si la queremos.

El hecho de que se señale que la renuncia de Montes estuvo motivada, entre otras cosas, por las quejas del gobierno por la cobertura de TVN a las protestas sociales del año pasado, nos ubica en el centro del problema: como todos los gobiernos aspiran a que Televisión Nacional tenga un sesgo oficialista, de propaganda para el régimen de turno, blindar a TVN de las presiones políticas es una condición básica para que ésta sea una verdadera televisión pública. Ahí hay una presión hacia los contenidos.

Todo, como tantas cosas, se remonta al comienzo de la transición. En ese marco, en ese clima todavía opresivo y opresor, se elaboró y a probó la ley de TVN.

Ahora tras la renuncia de Montes, éste fue reemplazado en la presidencia del directorio por un actual miembro del directorio: se trata de Carlos Zepeda, abogado y amigo del Presidente Sebastián Piñera.

Zepeda, en los hechos, es una de las personas más cercanas del presidente, está en la categoría de asesor íntimo. Por ejemplo, en enero, acompañó a Piñera en su viaje a la Antártica.

Esa designación es una buena prueba de que lo que se pretende de TVN es que no sea independiente. Y la independencia debería ser una de las características de la televisión pública. Al parecer, la mayoría del mundo político, de la Concertación y la Alianza (y también del Partido Comunista, que cuando gobierna aborrece de la oposición y los medios de comunicación disidentes) no quieren a una Televisión Nacional independiente, lo que significa que no quieren televisión pública. Porque una de las condiciones para la existencia de una verdadera televisión pública es que sea independiente de los grupos de presión y de poder, incluidos los partidos y los gobiernos de turno.

El comentario es de Niblado Mosciatti

http://youtu.be/GqegQHkcZzI