Desde su descubrimiento en 1998, los recursos petroleros en aguas de las Malvinas agudizan las tensiones entre el Reino Unido y Argentina, pero las amenazas de la nación sudamericana no parecen desanimar a las compañías británicas, que continúan sus campañas de exploración.
Hace 30 años, el escritor argentino Jorge Luis Borges, horrorizado por la breve guerra entre los dos países por la posesión del archipiélago austral, la equiparó a “la pelea entre dos calvos por un peine”.
Desde entonces, el descubrimiento de oro negro convirtió a ese inhóspito archipiélago barrido por los vientos en una baza económica importante.
“Después de la pesca, el petróleo se ha convertido en la manzana de la discordia entre los dos países”, señaló Victor Bulmer-Thomas, investigador del instituto de relaciones internacionales Chatham House.
En 1998, las primeras perforaciones llevadas a cabo principalmente por el gigante angloholandés Shell revelaron la presencia de hidrocarburos cerca de las costas de las Malvinas.
Pero como por aquel entonces el barril de crudo valía menos de 10 dólares (contra 125 dólares hoy), se abandonaron todos los proyectos de explotación por falta de perspectivas de rentabilidad.
La subida de los precios del petróleo 10 años después cambió la situación. En febrero de 2010, pese a las enérgicas protestas de Argentina, cinco pequeñas empresas encabezadas por Rockhopper y Desire Petroleum reiniciaron las perforaciones.
Sin embargo, sólo Rockhopper ha logrado identificar hasta el momento una reserva de hidrocarburos significativa, el campo de Sea Lion, en la cuenca norte del archipiélago. La compañía espera empezar a desarrollarlo este año con vistas a una explotación comercial a partir de 2016.
“Sabemos ya que Sea Lion se aproxima en tamaño al mayor campo del mar del Norte”, con unas reservas recuperables de unos 450 millones de barriles, recordó un reciente estudio de la consultora Edison Investment Research.
Según las proyecciones de las petroleras, las perforaciones previstas en 2012 en la cuenca sur de las Malvinas deberían acreditar unas reservas de casi 8.000 millones de barriles en esa zona, recuerda el estudio.
A modo de comparación, las reservas probadas del Reino Unido (esencialmente en el mar del Norte) son actualmente de unos 3.000 millones de barriles.
Basándose en una estimación de unos 8.300 millones de barriles, los recursos petroleros de las Malvinas pueden generar unos 180.000 millones de dólares en impuestos al gobierno local durante toda la explotación, adelantaron los mismos analistas de Edison Investment Research.
Aunque responsables locales consideran esta hipótesis como “la más optimista”, esas astronómicas cifras explican en gran parte la voluntad de Buenos Aires de seguir reclamando el derecho de su país sobre los recursos naturales de las islas.
Argentina anunció este mes su intención de entablar acciones judiciales contra las compañías petroleras involucradas en las actividades petroleras “ilegítimas” en el archipiélago.
“Estas amenazas verbales no deberían asustar a las compañías presentes en las Malvinas, fuera del alcance de la jurisdicción argentina, pero participan en la subida de tensión al acercarse el 30 aniversario” de la guerra de 1982, indicó Bulmer-Thomas a la AFP.
De hecho, “Argentina busca por todos los medios frenar la explotación de los campos porque en cuanto se bombee el crudo en cantidades comerciales será sumamente difícil que logren sus reivindicaciones sobre las Malvinas”, estimó.
La perspectiva de un ‘boom’ petrolero inquieta a las organizaciones ecologistas, por su posible impacto en el frágil ecosistema de las islas, pero satisface a una parte de su población, que espera los ingresos fiscales y la afluencia de trabajadores del petróleo para dinamizar la economía.
La asamblea local ya ha previsto por otra parte que este filón permitirá financiar el mantenimiento de las fuerzas británicas en el archipiélago.