El papa Benedicto XVI salió el viernes por la mañana del aeropuerto Fiumicino de Roma iniciando un viaje de seis días que lo llevará a México y Cuba, donde abordará temas candentes como la violencia del narcotráfico y la evolución del régimen comunista cubano.
El Boeing 777 de la compañía Alitalia, que llevará al Pontífice durante su gira latinoamericana, despegó a las 08H45 GMT del aeropuerto romano. Benedicto XVI fue despedido por el jefe de gobierno italiano Mario Monti y por otras personalidades.
Se trata de la primera visita papal en siete años a dos países de lengua española de América Latina.
Durante los seis días que permanecerá en América Latina, la región más católica del planeta, del 23 al 28 de marzo, el anciano pontífice, que celebrará sus 85 años el 16 de abril, cumplirá un programa relativamente menos cargado, que tiene en cuenta su edad avanzada.
El Papa será recibido el viernes por la tarde (local) en el aeropuerto de León por el presidente de México, Felipe Calderón, tras lo cual tiene programado un largo descanso para recuperar las 14 horas de vuelo.
El papa alemán, que visitó por primera vez América Latina en 2007 en ocasión de la V Conferencia del CELAM celebrada en Brasil, quiere dar una respuesta al malestar manifestado por los creyentes, que se sienten olvidados tras la muerte de Juan Pablo II, quien realizó 26 viajes a América Latina, comenzando en 1979 por México, donde atrajo multitudes y suscita aún devoción.
Para recuperar la relación con la región más católica del mundo, el Papa escogió dos países muy diferentes: México, con una población mayoritariamente católica, y Cuba, considerado el último bastión del comunismo en Occidente, oficialmente laico.
En México, que fue visitado cuatro veces por su carismático predecesor Juan Pablo II, Benedicto XVI deberá condenar la violencia del narcotráfico, que ha causado cerca de 50.000 muertos en los últimos cinco años.
Durante su estadía en el segundo país con mayor número de católicos en el mundo (unos 93 millones, el 83% de la población) y primera etapa de la gira, Benedicto XVI conmemorará en León (centro) a la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina y se reunirá con todos los presidentes de las conferencias episcopales del continente.
Su visita, a pocos días de las elecciones presidenciales, ha suscitado malestar en algunos sectores políticos que la han considerado como una suerte de apoyo al gobernante Partido de Acción Nacional (PAN).
En Cuba, a donde llegará el lunes 26 y permanecerá hasta el 28 de marzo, Benedicto XVI se enfrentará a otros desafíos.
En el país menos católico del continente, que cuenta sólo con un 10% de católicos sobre 11,2 millones de habitantes, y con fuerte presencia de la llamada religión de la santería, la llegada del Papa deberá contribuir a consolidar el acercamiento entre Iglesia y Estado, iniciado con la histórica visita de Juan Pablo II en 1998.
El Papa, que visitará primero Santiago de Cuba y luego La Habana, se reunirá el 27 de marzo con el presidente Raúl Castro y no se excluye que en esa ocasión se entreviste en el Palacio de la Revolución con el carismático y anciano “Líder Máximo”, Fidel Castro.
Grupos de opositores y representantes del exilio han pedido al Papa que se pronuncie a favor de sus derechos, pero la Iglesia se mantiene prudente ante tales reivindicaciones.
“No hay duda de que la visita de Benedicto XVI ayudará el proceso de desarrollo hacia la democracia y abrirá nuevos espacios de presencia y actividad”, aseguró el jueves el cardenal Tarcisio Bertone, número dos del Vaticano.
La visita papal concluirá el 28 de marzo con una misa en la Plaza de la Revolución José Martí, con capacidad para un millón de personas, la misma donde Juan Pablo II reunió hace 14 años a una multitud tras haber pedido que “Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”.