Si existe un programa al que deba culpar por haber gatillado esta relación sentimental obsesiva con los computadores que mantengo hasta hoy, confesaré que no se trata de un sistema operativo, ni de un procesador de textos o de cualquier otra aplicación productiva: se trata de un juego.
Pero no de cualquier juego, sino de Montezuma.
Corría 1985. Recuerdo haber subido al segundo piso de mi colegio en Santiago para conocer el recién inaugurado “laboratorio de computación”, completamente equipado de Ataris 800 (los cafés, sin la “XL”).
Fue allí donde alguien, buscando demostrar las capacidades de las máquinas, pensó que lo mejor sería cargar un título protagonizado por un ladino campesino mexicano, lo suficientemente ávido de tesoros como para atreverse a penetrar los peligrosos dominios del rey Montezuma.
Desde que aquellas imágenes se reflejaron en mis ojos, supe que debía tener uno.
Y sé que no soy el único. Hace años, cuando trabajaba en revista Mouse, hicimos una votación entre nuestros lectores para elegir el juego más representativo de la era del computador Atari. Por abrumadora mayoría el público hizo de “Montezuma’s Revenge” su favorito, entusiasmándonos lo suficiente como para localizar a su creador.
Curiosamente, el autor del juego que había logrado dar la vuelta al mundo -sin Internet- por aquel entonces apenas me doblaba la edad. Con 16 años, Robert Jaeger programó en solitario un demo, haciéndolo lo suficientemente atractivo como para que unos ejecutivos de la multinacional Parker Brothers (PB) se interesaran en distribuirlo.
El acuerdo le proporcionó más fama que fortuna. Claro, fue suficiente para darse el gustito de comprar un auto deportivo, pero la gran cantidad de software pirateado (¿alguien recuerda haber comprado algún juego original en aquella época?) hizo que sólo una cantidad mínima de dinero llegara a sus manos.
“La verdad es que nunca obtuve mucho dinero de Montezuma’s Revenge. La gran mayoría de los jugadores tenían la versión pirateada, que se escapó unos cuantos meses antes que la versión comercial. En definitiva, el juego original nunca se vendió legalmente y es justamente ese el que la mayor parte de los jugadores recuerdan“, decía Jaeger.
Para agravar las cosas, “Montezuma’s Revenge” no pudo elegir peor época para ver la luz: en un mercado abarrotado con decenas de consolas diferentes y títulos de mala calidad, hizo explosión la “burbuja de los videojuegos”, provocando que muchas compañías -incluída la propia PB- quedaran fuera del negocio sin derecho a vida extra.
Aún así, no una sino dos versiones de Montezuma inundaron nuestras pantallas, y hasta hoy sigue siendo para los chilenos uno de los títulos más entrañables de la historia.
Por cierto, esta dualidad de versiones suele provocar confusión. ¿Se trata de la parte uno y la parte dos, “la venganza” de Montezuma? Irónicamente, el juego con mejor acabado, animación y música introductoria fue el primer producto… y uno que nunca debió salir al mercado.
Según me comentó Jaeger, la colorida versión firmada con su nombre y el de su empresa de un solo empleado (Utopia Software), era el verdadero juego en el que estaba trabajando. Sin embargo los ejecutivos de PB le dijeron que ocupaba demasiado espacio para meterlo en un cartucho (48 kb… y ustedes se quejan de que no les queda espacio en disco), por lo que decidieron recortarlo “un poquito”.
El resultado de aquel tijeretazo es la versión aguada que nos lanza de plano a la acción, y que en algunas partes se ha conocido como “Preliminary Monty”. El otro, “Montezuma’s Revenge”, se filtró al público de una forma que el propio Jaeger desconoce y acabó opacando al primero, naturalmente.
La mayor diferencia entre ellos es que mientras “Monty” es un juego básicamente infinito, que sólo da vueltas entre niveles cada vez más difíciles; “Revenge” acaba por enfrentarte al propio rey Montezuma, aunque con un revés inesperado: como su programación nunca se completó, se trata de un adversario invencible. Porca misèria.
Pero ya sea que acabes lanzándote una y otra vez entre sogas de diamantes o te suicides bajo los pies del monarca azteca, Montezuma es de esos juegos capaces de transportarte en el tiempo. Un título del género de las plataformas creativo, ingenioso y a ratos disparatado, capaz de atraer a hombres y mujeres en una época en que las computadoras parecían ser de exclusivo dominio masculino.
El verdadero y legendario rey de los videojuegos.
Para volver a disfrutar de este juego:
- Descarga aquí el emulador Atari 800 Win Plus y los juegos Montezuma o Montezuma’s Revenge
COSAS QUE (PROBABLEMENTE) NO SABÍAS…
- A comienzos de los 90, Robert Jaeger trabajó junto a un equipo de programación en la secuela 3D del juego, “Montezuma Returns”. Por desgracia, no cumplió las expectativas y fue un fracaso comercial.
- El verdadero nombre del protagonista es Pedro. Sin embargo, PB quería un nombre más comercializable, por lo que lo cambiaron a “Panama Jack”. Tras darse cuenta que estaba registrado, volvieron a cambiarlo por “Panama Joe”.
- Jaeger programó otros dos juegos simples pero conocidos de la época: Chomper y Pinhead.
Christian Leal es periodista de tecnologías. Fanático de los videojuegos desde su infancia, escribió en revista Mouse de La Tercera y el suplemento Chile Tecnológico de El Mercurio. Actualmente es Director en BioBioChile.