Una multitud de espectadores se agolpó el jueves en las Pampas de San Camilo y San José, en Arequipa (sur), como si fuera un día de descanso familiar, para apreciar a los vehículos que participan en el rally Dakar en el primer día de esa competencia en Perú, en la etapa 11 de la prueba, que llega por primera vez a este país.
Fernando Málaga, un contador y fanático del deporte de los autos, acampó en el lugar desde el miércoles para asegurarse una buena ubicación antes que llegaran más de 15.000 personas que se estima copan estas inmensas pampas por donde pasan motos, cuatrimotos, autos, camionetas y camiones.
“Ver el Dakar es un sueño hecho realidad. No tengo plata para correrlo, pero sí para poder apreciarlo”, dijo socarrón a la AFP Málaga, quien reunió a un grupo de 16 personas para pernoctar al pie de la meta de la etapa peruana, en San José, a 1.000 kms al sur de Lima.
La masa de gente ocupó una veintena de kilómetros y desafió un sol abrasador, con una temperatura superior a los 30 grados, con tal de no perder detalle del rally que arrancó en Argentina y pasó por Chile.
“Es mi día de suerte: me contrataron para llevar unos pasajeros a ver la carrera Dakar”, exclama Eric Schulz, un taxista que pensó por un instante que se la perdería cuando le avisaron temprano que tenía que trabajar el mismo día en que la carerra pasaría cerca de Arequipa.
Las Pampas de San Camilo y la de San José, puntos de observación de la competencia, parecen dos torres de Babel por la cantidad de turistas que llegaron a la zona y que se comunican en sus respectivas lenguas: francés, holandés, inglés, checo, español y portugués.
“Soy fanático del deporte de los fierros, siempre quise ver un Dakar y se dio la casualidad que nos hallabámos cerca y vinimos a verlo”, relató a la AFP Stephan Lautrou, un turista francés de paseo por Sudámerica.
“Un Dakar no se ve todos los días. Ha sido una sorpresa”, acota la francesa Marion Taillat, otra turista.
Nubes de tierra bañan literalmente de los pies a la cabeza a los espectadores que ven pasar las máquinas envueltos en turbantes y anteojos de sol, en tanto que otros se protegen bajo carpas donde improvisan una parrillada para comer carne, beber cerveza o refrescos.
Un numeroso grupo de holandeses, cerca de medio centenar, de los que casi una treintena son esposas de corredores, acampan y cenan bajo un toldo enorme en el que instalaron incluso mesas para comer y sanitarios en una escena casi surrealista.
“Es muy excitante ver esos vehículos preparados para estos terrenos que los hacen parecer a los de las película Transformers”, indicaron Amit y Thilini, una pareja de turistas australianos.
La polvareda no perdona a nadie y ensucia por igual a público, policías y periodistas, y algunos acaban irreconocibles.
Nadie se quiere perder un detalle de la competencia, incluso policías encargados de la seguridad, que toman fotos con la cámara de su celular sumándose a esa suerte de fiesta popular exótica que es el rally Dakar para los peruanos que nunca antes vieron una competencia similar.
La etapa entre la ciudad chilena de Arica y la peruana de Arequipa marcó el ingreso a Perú por primera vez de esta competencia que se inició en Mar del Plata el 1 de enero y finaliza este domingo en Lima.
Aunque el paso del Dakar por Perú también encuentra detractores: grupos ecologistas anglosajones y locales que piden a los competidores no circular por las pampas de Nazca, donde se encuentran los famosos geoglifos precolombinos de las ‘líneas de Nazca’.