El psicólogo infanto-juvenil, Alfonso Cox, dijo que es preocupante, la precocidad con la que los muchachos comienzan a consumir bebidas alcohólicas y a probar droga, lo que hace que cada vez sea más compleja la forma en que los progenitores deban enfrentar la situación.
Esto en relación, de que en los últimos días del año se juntan varias celebraciones como graduación, término de carreras universitarias, cenas de empresas y una gran fiesta de Año Nuevo. Adolescentes y jóvenes se aprontan a pasarlo bien, y muchas veces eso se confunde con excesos de alcohol, a veces con estupefacientes y un delirio desenfrenado.
“Si partimos del supuesto de que los padres conocen más o menos el tipo de carrete que han tenido sus hijos hasta ahora, quiénes y cómo son sus compañeros de colegio, cuáles son los valores y costumbres que vive el colegio y la familia, entonces podrán involucrarse en la organización de la fiesta más coherente con sus estilos, valores y posibilidades”, comentó el especialista de la Red Salud UC.
Expresó que es posible identificar las causas que motivan a los jóvenes a desinhibirse con el alcohol y otros estimulantes.
“Por ejemplo si sabemos qué podrían tomar en exceso, entonces quizás no debieran tener bar abierto. Si nos preocupa su seguridad, debieran hacer la fiesta en un lugar conocido por ellos, exclusivo para ellos y con un sistema de seguridad que evite que lleguen personas ajenas al curso o colegio, que no consuman drogas, que no entren alcohol a escondidas o que no puedan salir y entrar del recinto todas las veces que quieran”, advirtió.
Es necesario que los padres conversen con sus hijos antes de salir para que no cometan excesos; aunque esto no garantiza que no ocurrirá nada indeseable, al menos habrá un cierto compromiso adquirido.
Asimismo plantearles que todos los excesos son malos. La sexualidad responsable, e idealmente asociada a una relación afectiva estable, es un tema que debe ser abordado mucho antes de la fiesta de graduación o del término de año.