Los “indignados” de Londres celebraron este jueves con pitos y tambores dos meses de ocupación en el corazón de la Ciudad, donde esperan mantener su campamento al menos “hasta el nuevo año”.
Una pequeña multitud entusiasta recibió al reverendo estadounidense y militante de derechos humanos Jesse Jackson. “Si Martin Luther King estuviera aquí hoy, estaría ocupando la lucha contra la injusticia, la desigualdad, la pobreza, el racismo”, lanzó bajo los aplausos,.
La asistencia –unos 150 manifestantes– se incrementó a lo largo de esta “jornada de acción”. Por la mañana, sólo una treintena de personas y otros tantos profesionales de los medios de comunicación desafiaron el frío frente a la catedral de San Pablo, donde desde el 15 de octubre hay 200 tiendas instaladas.
“Tenemos el ánimo y sobre todo tenemos la voluntad”, dijo Mark Weaver, de 31 años. “El público nos ayuda con donativos, todos aquí están muy determinados y creo que tenemos buenas posibilidades de quedarnos hasta el nuevo año” agrego.
Las autoridades municipales entablaron una acción judicial para desalojar a “Occupy LSX” (Ocupad la Bolsa de Londres), y el caso será examinado en una vista la semana que viene. “Nuestra defensa está bien apoyada, somos un movimiento pacífico”, argumentó Weaver, que descarta una expulsión antes de varias semanas.
El campamento de Londres, inspirado en el de “Occupy Wall Street”, se ha convertido ahora en el bastión de los indignados tras el desmantelamiento del de Nueva York en noviembre.
En Londres, parecen estar sólidamente implantados con dos campamentos, uno en San Pablo y otro en la cercana Finsbury Square, y un edificio ocupado, el llamado “banco de ideas”, que se utiliza para debates y testimonios.
El desgaste y el cansancio debido al frío se reflejan en todos los rostros. Hannah, de 15 años, con la voz tomada por un resfriado, dice sin embargo que está “para quedarse”. “Estoy asqueada por la manera como funciona la sociedad hoy”, explica. “Tendríamos para alimentar dos veces a todo el planeta y sin embargo la gente se muere de hambre”.
Mark Weaver se muestra optimista sobre el futuro y los resultados. “Los resultados de un movimiento nunca son inmediatos”, estima, “a veces hay que esperar 10 años, como para el movimiento por los derechos cívicos en Estados Unidos” en los años 1950 y 1960.