Humberto Maturana, destacado biólogo chileno que después de años de reflexión sobre la vida y la cultura terminó “filosofando” sobre muchas cosas, dice que el acto de escuchar consiste en “oír más interpretar”. Es decir, se oye – por biología -, pero apenas esto pasa – nos dice – es imposible no tener una interpretación sobre lo oído. Por eso hace la distinción entre “oír” y “escuchar”.
Resulta que muchas veces el proceso se invierte. Porque estamos llenos de convicciones (por deformación cultural), nos “casamos” con ciertas posturas que nos hacen ciegos y sordos a visiones que nos parecen “contradictorias”. Entonces, en vez de oír y luego interpretar, pre-fabricamos una manera de ver las cosas que “filtra” eso que oímos. “No, eso no puede ser verdad”, afirmamos aunque haya evidencia flagrante de que sí lo es. Por lo tanto, nos pasan por delante cosas que nuestras convicciones no nos dejan ver (o escuchar). La neurociencia estudia esta “ceguera” (“sordera”) cultural con mucho interés.
Por lo anterior, siempre es importante darle una vuelta de tuerca a las cosas. Por si hay algo que se “nos pudo haber pasado”.
En los últimos días hubo tres acontecimientos con matices que pudieron pasar desapercibidos y que sería interesante analizar.
1) La Sala del Senado transmitió en vivo la sesión en la que aprobó la Ley Antidiscriminación y que establece medidas contra esta mala praxis. La iniciativa define lo que se va a entender por “discriminación arbitraria” y las medidas a tomar cuando alguien sea víctima de ésta. Como la mayoría de las sesiones públicas, en ésta cada parlamentario debía tomar la palabra y en un tiempo prudente explicar las razones de su aprobación o rechazo al contenido del proyecto. Terminó siendo llamativo lo “mal que se expresaban” – como me comentó un connotado periodista – los legisladores. El esquema básico de un buen mensaje (introducción o idea principal, desarrollo o fundamentación para apoyar la idea fuerza y conclusión o reiteración de la idea principal) estuvo casi ausente de muchas de las exposiciones.
Un conspicuo Senador dio una verdadera cátedra de Derecho que debe haber sido una delicia para cualquier abogado, pero un discurso en ruso para un elector terrenal. Otro parlamentario mezcló hábilmente las ideas para poder justificar el “si bien es cierto, no es menos cierto”, es decir, para excusar su apoyo a dos posturas irreconciliables entre sí. A otro sencillamente no se le entendió la idea: fueron varias personas en Twitter (de perfil profesional y culto) que escribieron “me perdí con la intervención de tal”. Y así, suma y sigue.
En estos tiempos de crisis de representatividad, no estaría mal que la clase política se acercara a través del lenguaje simple y docto a la ciudadanía que, vía voto, busca su ayuda y protección. El político de antaño, ése que hablaba desde la tribuna como si ésta estuviera en el Olimpo, es visto hoy con cierta desconfianza, como si se olvidara de que las relaciones dejaron de ser unilateralmente verticales para convertirse en “cercanas horizontales”. El matiz: Cuántas leyes y discursos no pasan ante nosotros sin que reparemos en ellos. Nos desmarcamos de lo que nos concierne en cuanto “supervisores” de los actos de nuestros electos.
2) A raíz de un llamamiento que hizo el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, al Ministerio Público para que explicara por qué había dejado en libertad a tres personas presuntamente involucradas en un balacera que mató a un menor en Quilicura, el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, respondió sin tapujos a la autoridad: “No corresponde que se emplace a otra autoridad del Estado. Sí corresponde que la autoridad dé cuenta de lo actuado por sus subalternos(…)”. Y fue más allá. Explicó: “El fiscal de turno llegó a la comisaría de Quilicura pasadas las 12 de la noche y estuvo hasta las 4 de la mañana. Se trataba de cuatro personas, una de las cuales es el eventual autor del delito que a solicitud de la fiscalía está en prisión preventiva. Los otros tres son testigos y, por ende, salvo que aparezcan otros antecedentes, no correspondía que quedaran detenidos”. Continuó el Fiscal Chahuán: “Se pidió orden de detención verbal al juez de garantía que la dio y se encontró droga en otra casa y se imputó a una persona que también está presa. De manera que el sistema en su conjunto, jueces y fiscales, ha funcionado bien”.
El matiz: Finalmente, el emplazamiento del Ministro Hinzpeter – que muchos vieron como otra intromisión del Secretario de Estado en una entidad autónoma – nos hizo un favor: que alguien del Ministerio Público explicara “con peras y manzanas” y sin ahorrarse detalles los motivos que tuvo un fiscal para actuar de la manera en que lo hizo. Eso casi nunca ocurre. Los fiscales – que por un asunto de transparencia debieran dar cuenta de su trabajo – pocas veces describen con suficiente claridad por qué, cómo y dónde están haciendo lo que hacen. Cuesta sacarles una explicación tan completa como la que dio Sabas Chahuán. A lo mejor temen que si hablan más de la cuenta pueden entrabar su propia investigación o ser sujeto de críticas públicas. El sentido común nos dice que hay que tener criterio: se dice lo que se puede avalar con hechos y se callan las opiniones que no se pueden fundamentar. Pero caer en el mutismo para no correr el riesgo…
3) El tema Codelco – Anglo American está que arde. Como no hay verdad absoluta respecto a cuál de las partes tiene la razón, el asunto quedó relegado en tribunales para que sean éstos los que diriman. El gobierno y la clase política, en todo caso, se cuadraron con la cuprífera estatal apelando a que los intereses en juego no eran los de una compañía sino los de todos los chilenos. De a poco se empezó a interpretar las “frías cifras” con un cierto tinte de “patriotismo”. Los sindicatos de Codelco y de la Federación Minera (los gremios de las mineras privadas del país), por ejemplo, apoyaron la opción de la estatal bajo el argumento de que “estamos encantados que un 49% de las utilidades se vayan al Estado para cubrir necesidades sociales como educación y salud, ya que hoy todo ese dinero se va a manos de la transnacional”. Un medio de comunicación citó un estudio de una universidad que sacaba cuentas sobre cuánto podía aportar la operación de Codelco en Anglo al financiamiento de la educación. El matiz: Es legítimo buscar causas nobles para justificar una postura respecto de algo, pero en este caso vale no olvidar que el proyecto que busca derogar la Ley Reservada del Cobre lleva algunos meses durmiendo el sueño de los justos en el Congreso, como suele pasar con varias iniciativas de ley. Sin ir más lejos, la ex Presidenta Michelle Bachelet presentó a fines de su mandato un proyecto muy similar con el que no pasó nada.
En segundo lugar, no hay que olvidar que los recursos que Codelco NO capitaliza en sí misma (para no tener que endeudarse en el extranjero) van a parar al Ministerio de Hacienda, que es el que decide en qué se invierten. Hay toda una discusión si finalmente las decisiones de esta repartición van en directo beneficio de TODOS los chilenos, entendiendo que son ellos los “accionistas” de la cuprífera, es decir, los dueños del cobre. ¿Se distribuyen estos excedentes de manera equitativa o se mantiene un esquema desigual? Por lo demás, ¿qué educación es la que se podría financiar con las utilidades del 49% de la ex La Disputada? Gobierno, oposición y estudiantes tienen visiones disímiles de cuál es la mejor educación para Chile. Es posible que lleguen a acuerdo, pero la probabilidad de que más de uno quede insatisfecho es alta.