El juicio al médico de Michael Jackson promete dar un nuevo giro a partir de la semana próxima, cuando comparezcan los testigos de la defensa para sustentar el argumento de que el cantante era adicto, luego de que la fiscalía ha hecho quedar al doctor como un incompetente.
Tras un mes de deliberaciones en la Corte Superior de Los Ángeles, donde se procesa al cardiólogo Conrad Murray, de 58 años, por homicidio involuntario, la treintena de testigos que ha llamado la fiscalía al estrado han desfilado para acusar al médico de “violaciones atroces” a su profesión, entre otros epítetos.
Jackson murió el 25 de junio de 2009 a los 50 años de una intoxicación de propofol, un poderoso anestésico que se inyecta en cirugías y que el cantante usaba como sedante porque sufría insomnio crónico.
Murray, quien le administraba el propofol vía intravenosa, afirma que intentaba curarle la adicción, pero reconoce haberle administrado 25 ml luego de que otros sedantes como el lorazepam y el midazolam no surtieran efecto. Eran las 10H40 de la mañana y el cantante le rogaba por su “leche”, como él llamaba a la droga de tan familiarizado que estaba con ella.
Nader Kamangar, especialista en terapia del sueño, consideró que tratar el insomnio con propofol era una aberración y Alon Steinberg, cardiólogo, estimó “inútil” e “inexcusable” el masaje cardíaco que el doctor practicó al cantante, que tenía un paro respiratorio, no del corazón.
Y todos consideraron inconcebible que Murray no llamara inmediatamente a la emergencia cuando vio que su paciente no respiraba, luego de haberlo dejado solo para ir al baño -según él-, o para revisar su email y hacer llamadas telefónicas, según la fiscalía.
Pero el testimonio más persuasivo fue el del anestesiólogo Steven Shafer, quien dijo que Murray actuó como “un empleado” que obedece las órdenes de su patrón y cometió “violaciones atroces a su profesión”, entre ellas abandonar al paciente dejándolo conectado a una vía intravenosa abierta, con propofol.
Shafer, un experto mundial en anestesiología y en particular en propofol, afirmó, mostrando unos modelos generados por computadora, que Murray mintió a la policía en cuanto a las dosis de sedantes que había dado al artista esa noche. Según el contundente testimonio del experto, Jackson recibió cuatro veces más propofol y diez veces más lorezapam de lo que se manejaba hasta ahora.
Shafer además refutó, uno a uno, los alegatos de la defensa: los abogados de Murray decían que Jackson había bebido una dosis extra de propofol cuando el doctor se alejó de él -tesis que abandonaron luego- y Shafer demostró que esta droga no causa efecto vía oral.
Luego los abogados afirmaron que Jackson había ingerido ocho pastillas de lorazepam, otra vez cuando Murray no lo veía, y Shafer hizo ver que no había una cantidad significativa de lorazepam en el estómago del cantante.
La defensa alegó entonces que Jackson podría haberse inyectado el propofol, pero ese es un “escenario absurdo”, en palabras de Shafer: “La gente simplemente no se despierta de la anestesia con la capacidad de darse una inyección”.
Con tantos traspiés, no queda claro por el momento cuál será la estrategia de la defensa, pero por lo pronto se sabe que a partir del lunes los abogados de Murray llamarán al estrado a una serie de expertos en propofol, con el objetivo de demostrar que Jackson era adicto y que causó su propia muerte.
Aquí el juicio se adobará con un duelo académico personal: en la sala, Shafer criticó abiertamente los trabajos sobre propofol de su ex profesor, el Dr. Paul White, quien será llamado por la defensa para decir exactamente lo contrario que su anterior pupilo. White por cierto calificó ante los medios el testimonio de Shafer como “lamentable” y ganó con eso una reprimenda del juez Michael Pastor.
Lo cierto es que en esa habitación estaban solos Murray y Jackson y que cualquier interpretación sobre lo ocurrido está en manos de los científicos.
La defensa ha dicho que espera concluir los interrogatorios a su quincena de testigos hacia el fin de la semana próxima.
El juicio también ha estado lleno de emociones que han impactado a los fans del “rey del pop”: la imagen de su cadáver mostrada el primer día, una grabación en la que se lo escucha muy drogado al salir del consultorio del dermatólogo, sus inconexos delirios sobre su amor a los niños. “Los amo porque no tuve infancia. No tuve infancia. Siento su dolor. Siento su dolor”, dice Jackson.
La familia del artista, que ha acudido cada día al juicio (algunas veces los padres, otras veces algunos de sus hermanos, sobre todo Janet), tuvo que presenciar además el momento en que se hizo público que Jackson a veces se orinaba encima, se alimentaba mal y estaba muy angustiado porque el insomnio no le permitía ensayar para los conciertos en Londres que iba a dar cuando murió.
Murray enfrenta cuatro años de prisión y la pérdida definitiva de su licencia profesional si es hallado culpable.