El alto costo de la educación en Chile ha provocado que miles de jóvenes de ese país decidan cruzar los Andes para estudiar en Argentina, donde aprovechan los cursos gratuitos que ofrecen las universidades públicas.
Unos 5.000 chilenos estudian actualmente en Argentina, no sólo en la capital Buenos Aires, sino en las ciudades de Mendoza, Rosario y Córdoba, según datos de la organización Asamblea de Estudiantes Chilenos Exiliados por la Educación.
“En Chile para estudiar te tienes que endeudar por 20 años y por eso vine acá. En mi país está todo privatizado. Las políticas neoliberales acabaron con el sector público”, señala a la AFP Pablo Cossio, un santiaguino de 21 años que quiere ser sociólogo, en un aparte de una reunión de la Asamblea.
Muchos integrantes de esa Asamblea y de organizaciones universitarias locales salieron a la calle en Argentina para apoyar las movilizaciones en Chile en favor de una reforma profunda del sistema educativo.
“La educación es muy cara en mi país y las carreras se manejan de acuerdo a la oferta y la demanda”, se queja Daniela Poblete, una estudiante chilena que como miles de sus compatriotas se vio obligada a emigrar a Argentina en busca de formación profesional.
Daniela es una actriz de 30 años que nació en un pequeño y pintoresco pueblo del sur chileno y a los 22 se fue a Santiago en busca de un futuro mejor. Sin embargo, al no poder hacer frente al costo de su formación, se vio obligada a cruzar la frontera.
“Quería estudiar dirección de teatro, una carrera que en Chile es carísima porque es un posgrado. Entonces, el año pasado decidí venir a Buenos Aires”, cuenta a la AFP y explica que en su país “no se invierte en carreras artísticas porque no son lucrativas. Todo se maneja por la ley de la oferta y la demanda”.
La grave situación por la que atraviesa la educación en Chile ganó visibilidad en los últimos meses por las masivas manifestaciones de estudiantes secundarios y universitarios en ese país, que fueron severamente reprimidas con un saldo de un muerto la semana pasada, en el marco de un paro general convocado por la central de trabajadores.
“La familia chilena tiene que volver a desmembrarse. Durante el pinochetismo por razones políticas, ahora por razones económicas”, se lamenta Daniela y revela que “hay hogares en los que los padres tienen que decidir si estudia el hijo varón o la hija mujer. O el hijo mayor solamente”.
A los 20 años, Xiomara Espinoza Rodríguez, oriunda de Puerto Montt, se enteró a través de una profesora de que estudiar en la Universidad de Buenos Aires era gratis y no dudó en hacer la maleta.
“Decidí venirme porque la educación en mi país es imposiblemente cara y de mala calidad, pero además porque soy muy patiperra (aventurera)”, dice entre risas y apunta que su mamá “es profesora de Historia y siempre fue muy crítica del modelo chileno”.
La joven, ahora una estudiante de Arte de 23 años, abunda en las críticas contra el sistema de pruebas y de puntajes para el ingreso a las universidades de su país, tanto públicas como privadas, y destaca que en Argentina no hay exámenes de ingreso, sino “un curso en el que solo tenés que estudiar para nivelar conocimientos”.
“Argentina es un país amable para estudiar y la integración es bien simple porque hay muchos latinoamericanos en la Universidad de Buenos Aires (UBA)”, dice, y admite que al principio había pensado “que tenía que pagar un arancel porque era extranjera, pero no hacen ninguna distinción”.
Su compatriota Cossio reconoce las bondades de la gratuidad de la enseñanza en Argentina, pero asegura que lo decepcionó que no haya una presencia masiva de hijos de trabajadores en la universidad.
“Pensé que la sociedad argentina era mucho más igualitaria, más consciente, pero es tan elitista y diferenciada como la chilena. Y la UBA, por más gratuita que dice ser, es igual de clasista”, denuncia el joven, que dice posicionarse lejos de los partidos políticos y cerca de las bases estudiantiles.
Cossio está convencido de que “la educación pública está en riesgo en toda América Latina” y, si bien agradece “al país que nos recibió y nos está dando educación”, aclara que “no es el Gobierno, sino los argentinos los que están pagando con sus impuestos nuestras carreras”.
Actualmente se realiza un censo en las universidades argentinas que permitirá contar, entre otros datos, con el total de extranjeros que cursan en ellas.