En la caótica área metropolitana de Ciudad de México, un arquitecto busca cambiar el paisaje urbano con propuestas como el ‘Nido de Quetzalcóatl’, un complejo de apartamentos construido dentro del cuerpo de una serpiente que se desplaza entre los jardines de una cañada.
Inspirado en creadores como el catalán Antoni Gaudí y el mexicano Juan O’Gorman, entre otros, Javier Senosiain se convirtió hace casi 30 años en pionero en la construcción de viviendas de arquitectura orgánica en México.
“Me di cuenta de que los espacios curvos son más agradables, más humanos y me preocupé de la búsqueda de estos lugares”, dijo a la AFP Senosiain, mientras recorre los jardines del ‘Nido de Quetzalcóatl’, uno de sus más recientes trabajos erigido en Naucalpan, un municipio aledaño a la capital mexicana.
Este complejo de 10 apartamentos fue terminado en 2008 en una cañada rescatada por el arquitecto cuando algunos de sus colegas fraccionaban esa zona montañosa y pensaban rellenar el hueco para construir calles y casas.
En esa depresión, que alcanza unos 5.000 m2 de extensión, el arquitecto planeó una suerte de tubo hecho con ferro cemento, que se apoya en algunos puntos de la cañada y dentro del cual quedaron 10 apartamentos de 200 m2 suspendidos a unos 20 metros de altura sobre los jardines, simulando las sinuosas curvas de una serpiente.
“La arquitectura orgánica toma en cuenta también el aspecto de la identidad o la cultura”, explica el creador, quien se inspiró en la deidad Quetzalcóatl, una palabra del idioma indígena náhuatl que significa ‘serpiente emplumada’.
Con varios pisos de jardines en los que descansan tres espejos de agua natural, el complejo conserva una cueva que originalmente era una mina, en la que actualmente hay un centro de entretenimiento para los inquilinos.
Sobre las entradas con estacionamientos, en dos extremos del complejo ubicados al nivel de la calle, fueron construidas una gran cabeza y la cola con el cascabel de la serpiente utilizando piedras de cerámica de colores llamativos.
“Gaudí decía que la palabra original viene de origen, entonces hay que regresar al origen, al tipo de viviendas en las que el hombre convivía con la naturaleza, sin afectar el terreno y reforzar la vegetación”, indica el creador.
En los espacios interiores de las casas y apartamentos construidos por Senosiain, las paredes son curvas con entradas de luz indirecta que remiten a sus habitantes al seno materno, un espacio muy abrigador, como las cuevas y el iglú que se adaptan al cuerpo, añadió.
Este tipo de arquitectura está relacionada con la vivienda sustentable que ha empezado a permear entre los constructores en Ciudad de México, de más de 20 millones de habitantes, donde las casas de bajo costo se equipan ya con calentadores solares y otro tipo de ecotécnicas, pero siguen siendo como cajas de zapatos, consideró.
El constructor, que piensa que la arquitectura también tiene que ser divertida, cuenta con una docena de obras orgánicas en la ciudad de México, empezando por su propia casa semienterrada en un gran jardín, construida en 1985, así como Nautilus, Ballena Mexicana, Casa Flor y otras, todas rodeadas de abundante vegetación.
Estas obras buscan que las personas “no se muevan como robots, sino que circulen de manera sinuosa, que el espacio fluya, que se adapte al cuerpo”, concluye el arquitecto, quien al igual que el autríaaco Friedensreich Hundertwasser, cree que el ser humano tiene cinco pieles: la epidermis, la ropa, el hogar, el entorno social y el mundial, que se extiende al infinito.