El huracán Irene dejó a su paso por Puerto Rico a 800.000 personas sin electricidad y más de 700 refugiados, mientras avanza fortalecido hacia República Dominicana, donde las autoridades decretaron alerta máxima y un plan de emergencia para enfrentarlo.
Primer huracán de la temporada en el Atlántico, Irene dejó a 771 personas refugiadas en albergues en 59 municipios y 118.000 clientes sin suministro de agua. Las clases se suspendieron en algunas zonas y se interrumpió la normalidad laboral, dijo el gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño.
El gobernador anunció que decretará el estado de emergencia para que se movilicen las ayudas de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias estadounidense.
“Hoy van a continuar las lluvias en todo Puerto Rico”, afirmó Fortuño tras agregar que el martes anunciarán si se reanudarán las actividades escolares y en la administración pública.
El director de la Autoridad de Energía Eléctrica, Miguel Cordero, informó a través de las radios puertorriqueñas que unos 800.000 clientes – un 50% de los abonados a esta compañía en la isla caribeña – se quedaron sin este servicio en sus hogares.
En la isla se cambió el alerta de huracán por tormenta tropical, fenómeno que seguirá provocando en las próximas horas ráfagas y lluvias torrenciales que ya derribaron árboles y causaron inundaciones en zonas residenciales cercanas a ríos.
Después de las 13:00 GMT (10:00 horas en Chile), el huracán de categoría uno, el nivel más leve según la escala Saffir-Simpson, se alejaba de Puerto Rico y se fortalecía mientras se encaminaba hacia las islas Turcas y Caicos así como la parte central de las Bahamas y República Dominicana.
Irene avanzaba con vientos máximos sostenidos de 130 km/h, indicó el Centro Nacional de Huracanes en Miami (NHC) y según las previsiones meteorológicas, el centro del huracán “se irá acercando a la costa noreste de República Dominicana esta tarde y esta noche (lunes)”.
En Santo Domingo el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) extendió la alerta roja o máxima para 23 provincias más la capital, y dejó en amarilla o intermedia a las ocho restantes. Dispuso la evacuación de zonas vulnerables y también ordenó suspender las clases en escuelas y universidades.
“Estamos listos para recibir a la tormenta Irene y tomar las previsiones”, declaró el encargado de prensa de la Presidencia dominicana, Rafael Núñez.
El gobierno dispuso por otra parte que se distribuyeran más de dos millones de raciones de alimentos en comedores sociales, habilitó 2.364 refugios y ordenó evacuar de manera preventiva zonas vulnerables de las provincias de Barahona, San Juan y San Cristóbal, en el centro y suroeste del país.
“Pequeñas y medianas embarcaciones que operan en todas las costas del país deben de permanecer en puerto por viento y oleaje anormal”, advirtió el COE.
Dominicana comparte la isla La Hispaniola con Haití, que ya evitó un desastre climático a principios de este mes cuando la tormenta tropical Emily rozó su territorio. Ahora, sin embargo, Irene reaviva los temores en un país en el que 300.000 personas aún viven en campos de refugiados tras el catastrófico sismo de 2010 que mató a unas 225.000 personas.
En la capital de Haití, la embajada de Estados Unidos anunció que el buque-hospital “USNS Comfort”, que había llegado el jueves a Puerto Príncipe, se vio obligado a cesar las operaciones el domingo y buscar un puerto seguro, debido a los pronósticos climáticos.
Todo Haití estaba bajo la advertencia meteorológica.
Se estima que Irene podría dejar 51 centímetros de agua en las Islas Vírgenes, Dominicana, Haití, el sureste de Bahamas y las islas Turcas y Caicos, con entre 13 y 25 centímetros en la mayoría de estas zonas.
“Estas lluvias pueden causar inundaciones súbitas y aludes de barro potencialmente letales en áreas con terrenos escarpados”, advirtió el NHC.
Más al sur, la depresión tropical Harvey golpeaba el sur de México con fuertes vientos y lluvias tras haber sacudido las costas de Belice y Guatemala el sábado. Se ha ido degradando desde su condición de tormenta tropical y prácticamente se ha disipado en terrenos montañosos.
Más de 50.000 murieron en las últimas cuatro décadas a causa de desastres naturales en la región, donde provocaron daños valorados en miles de millones de dólares. La ONU considera a esta región como una de las más vulnerables del mundo al cambio climático.