Uno de los principales derechos que tenemos los seres humanos es el libre albedrío. Parte de esta libertad supone tener la opción de escoger lo que se quiere para cada uno evaluando su pertinencia y consecuencias. En este balance entran a tallar también los sentimientos.
¿Dónde está la inmoralidad en que yo, Victor Arce, ame a un hombre que es Jose Miguel? Si Dios es amor como ellos pregonan… yo creo en Dios, y no creo que mi Dios me condene por amar.
Hace poco más de un año se conoció públicamente, con bombos y platillos, la celebración del Primer Matrimonio homosexual de dos Chilenos el cual fue presentado a los Medios como el “Primer Casamiento Gay de dos Chilenos no radicados en Argentina”. El hecho fue cubierto por el programa periodístico Informe Especial.
Quien podría pensar que ya ha pasado un año en que José Miguel Lillo Isla y Victor Arce García, cumpliéramos 15 años juntos y un año ya de casados en Argentina, el país en que se nos reconoció como familia. Pensar que durante este año las cosas siguieron como siempre, con nuestro altos y bajos pero juntos, ya que el amor es más fuerte y el 20 de agosto del 2010, día que se inició la lucha por el Matrimonio igualitario en Chile, fue unos de los días más importante de nuestras vidas.
Como contar esto de viajar a Argentina, a un país distinto sólo por conseguir un reconocimiento social que nuestro país no nos daba. Un país vecino nos daría simbólicamente el reconocimiento de que, por ser homosexuales, tenemos los mismos derechos civiles y sociales.
No fue fácil, pues nunca pensamos que nos darían la hora en apenas 9 días, ya que el oficial civil de Mendoza el día 11 de agosto nos dio hora para el día 20. Fue una sorpresa para todos ya que pensamos que nos casaríamos recién en septiembre, por lo que se debió organizar una boda en una semana.
Con la ayuda del Movilh y la Organización Mendocina OMIN se gestionó todo para poder viajar el día 18 de agosto, porque teníamos que estar antes de la boda para los exámenes pronunciales -ley obligatoria para todo matrimonio en Argentina desde 1985- que nos acreditaban a ambos como libres de enfermedades de trasmisión sexual.
El día 20, recién a las 10:00 am, nos firmaron la autorización para casarnos en el propio Instituto de Trasmisión Sexual, mientras José -ahora mi esposo- ordenaba el traje que nos pasó el diseñador chileno Ricardo Oyarzún, en el hotel en que nos hospedamos.
A las 10:45 am llegué a la casa de Gobierno Mendocino con el certificado que acreditaba que estábamos aptos para contraer Matrimonio, lo cual estuvimos a punto de impedir que nos casáramos ese día ya que nos cambiarion la fecha por la hora en que llegamos con el certificado, pero gracias a las gestiones del INADI y el OMIN pudimos, a las 12:30 del día 20 de agosto, poder ser oficialmente Esposo y Esposo, acompañados sólo por personas de OMIN e INADI, además de Rolando Jiménez quien fue el testigo de mi esposo.
Una vez casados nos dirigimos al auto que nos llevaría de vuelta al hotel a descansar, antes de regresar a Chile. Al otro día, durante el trayecto, una compatriota que cuidaba los autos con su esposo argentino no lanzó pétalos de rosa, algo que nos emocionó mucho ya que sin siquiera conocernos tuvieron un lindo gesto hacia nosotros.
De regreso en Chile organizamos una fiesta, que gracias a muchos amigos pudimos hacer en la discoteca Fausto, donde alrededor de 150 personas del medio LBGT santiaguino se hicieron presentes.
Ese día mi madre asistió a un local gay, e incluso bailó el vals de los novios con mi esposo. Sin embargo lo más bonito fue que tras comprar y decorar nuestro primer auto, y el hijo de mi mejor amiga por chofer, salimos desde nuestra casa hacia la discoteca, sorprendiéndonos de que todos los autos nos tocaban la bocina, además de una que otra felicitación de los transeúntes y automovilistas, al ver que éramos dos hombres casados.
Y lo mejor de todo: ese día accedí por primera vez a besarnos en público, justo en la puerta del palacio de La Moneda frente a la Guardia de Palacio. Creo que fuimos los primeros gay en besarnos ahí.
Desde entonces ha continuado nuestra lucha por que nuestra unión sea reconocida en Chile como familia, con los mismos derechos y los mismos nombres. Así, fuimos los gestores para que el Movilh presentara en el Registro Civil chileno, en septiembre de 2010, una petición para reconocer nuestro matrimonio, a la que se sumaron dos parejas más: una casada en Canadá, de Stephane Abran con el chileno Jorge Monardes, y otra que quiso casarse ese mismo día, César Peralta y Hans Arias.
Ese día se iniciaron las gestiones con un recurso de protección en la Corte de Apelaciones, que lo declaró admisible con consulta al Tribunal Constitucional, que también lo declaró admisible. El 28 de julio recién pasado nuestros abogados, Jaime Silva y Fernando Muñoz, expusieron lo que buscamos con legalizar el matrimonio igualitario en Chile. Recién a fines de este mes sabremos la decisión de dicho Tribunal.
En tanto, el martes 9 de agosto de 2011 fuimos testigos presenciales de que un presidente chileno conservador -por el cual yo voté- el señor Sebastian Piñera, en contra del “cielo, la tierra y el mar” por no tener la aprobación de la Alianza, sino sólo de algunos diputados y senadores aliancistas más una diputada concertacionista, se presentara el proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja (AVP).
Este es un proyecto que como ciudadano apoyamos, porque todo paso que se de para proteger y salvaguardar los derechos ciudadanos es importante, aunque nuestro fin es que algún día en Chile, los derechos sean iguales para todos, sin segregar por sexo u origen étnico o social. “Los mismos derechos con los mismos nombres” y tendremos que esperar qué decidirá la clase política poco comprometida con los derechos ciudadanos, quienes piensan sólo en su bienestar personal y ego de protagonismo para finalmente legislar bajo lo que piensa cada uno en base a sus propias creencias.
¿Qué buscamos con esto? Que la sociedad nos mire con otros ojos, ya que todos debemos entender que nadie está exento a las normas sociales, es decir que absolutamente nadie es superior o inferior. Que ante la legalidad todos tenemos derecho a enamorarnos, desilusionarnos y volvernos a enamorar.
A recorrer un camino a veces largo y tortuoso, hasta que finalmente encontramos a la persona que colma nuestras expectativas y que, lejos de ser perfecta, es la adecuada. Nos casamos y formamos una familia, y en base a los cimientos que pongamos en esta construcción tendremos un final feliz o una nueva oportunidad para construir algo nuevo.
Sabemos que el camino hacia la igualdad también es largo pero hay seguiremos ambos como matrimonio. Silenciosamente estaremos ahí, día a día, hasta que en Chile algún día digamos “habemus Matrimonio igualitario” y pueda decir “Feliz Primer Año, Bebé, por ser tu Esposo”.
Víctor Arce es actor social en la lucha por los derechos de las minorías sexuales en Chile. Ingeniero Civil Industrial con un Máster en Administración de Empresas. Casado con José Miguel Lillo en Mendoza, Argentina. Además es Director de la Central de Noticias Gays y LBGT “Gloss Chile“. Vive en la comuna de Conchalí, en Santiago.
http://youtu.be/C2XgjsrqTbM