Más de 48.000 inmigrantes procedentes de Túnez y de Libia llegaron a Italia en lo que va de año, anunció este lunes el ministro del Interior, Roberto Maroni, haciendo hincapié en la voluntad tunecina de controlar el fenómeno y en la ausencia de interlocutores libios.
Según estadísticas oficiales, hasta el 31 de julio habían llegado 24.769 inmigrantes desde las costas tunecinas y 23.267 desde las libias. Muchos de ellos son habitantes del África subsahariana que se encontraban en estos países cuando comenzaron las revoluciones.
“Con Túnez hay un interlocutor: el gobierno tunecino que acepta controlar el fenómeno”, se congratuló Maroni, que resaltó la existencia de dos vuelos de repatriación diarios.
“Con Libia no. Hace diez días me reuní con el ministro del Interior del Consejo Nacional de Transición (CNT), pero este organismo quedó disuelto”, explicó.
“Mientras haya guerra, no será posible controlar la inmigración”, afirmó Maroni, cuyo partido populista, La Liga del Norte, quiere que Italia se retire cuanto antes de la operación de los aliados en Libia.
Maroni arremetió contra Europa al afirmar que la contribución era “insignificante”. “Pero no quiero entrar en polémica -dijo- nos ocuparemos de ello solos”.
De las 48.000 personas, 13.667 fueron repatriadas, y “queremos llegar a 30.000 al final del año”, anunció, y dijo haber firmado este lunes un decreto que actualiza las normas para la asistencia a la repatriación. Entre los hombres y mujeres procedentes de Libia que piden asilo “estimamos que entre el 35 y 40% recibirán el estatus de refugiado”.
Alrededor de 2.200 inmigrantes desembarcaron el fin de semana en la pequeña isla italiana de Lampedusa, a medio camino entre las costas africanas y Sicilia.
Miles de personas que huyen de Libia llegaron durante los últimos meses a Lampedusa y otros cientos murieron ahogadas.