Según el INE existe una variación de 518 mil ocupados desde el trimestre móvil enero-marzo 2010 hasta marzo-mayo 2011. El 43% corresponde a cuenta propia, de los cuales un 80% son ocupaciones de jornada parcial. Es decir, señales de creación de ocupaciones precarias y endebles. Sin embargo, no basta con saber que existen cuenta propias, también se necesita comprender qué ocurre con la calidad de los empleos de los asalariados.
¿De dónde nace la necesidad de establecer indicadores complementarios que indaguen la calidad del empleo?
La utilización de indicadores complementarios sobre calidad del empleo es una necesidad planteada por la OIT desde 1972 desde aquel ya clásico estudio en África llamado “Employment, incomes and equality. A strategy for increasing productive employment in Kenya”.
La misión de Naciones Unidas que fue a Kenia iba con el objetivo de asesorar al gobierno, dado que comenzaba su proceso de modernización que conllevaba un fuerte crecimiento de la fuerza de trabajo urbana, del PIB (siendo el segundo más alto de la región entre 1970 y 1974) y una baja generación de empleo tanto agrícola como no agrícola.
Al realizar el diagnóstico, se encontraron con que el empleo industrial no producía la cantidad de empleo necesario para satisfacer la migración campo-ciudad, por lo que sus propuestas de políticas de empleo iban por el lado de fortalecer el empleo rural y/o agrícola. En este sector se encontraron con que existía gran cantidad de self-employment, el cual conceptualizaron como un sector informal. De ahí la necesidad de incorporar la categoría de cuenta propia (self-employment) en la medición de estadísticas oficiales.
En la 15° Conferencia Internacional de Estadísticas del Trabajo (CIET) de la OIT en 1993, se operacionaliza y formaliza estadísticamente el sector informal como “el empleo cuenta propia y/o trabajadores de empresas de menos de 5 personas, no profesionales y sin el empleo del sector agrícola”. La relevancia otorgada fue para incluirlo dentro de la contabilidad del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) y su contribución al PIB.
Luego, en 1997, se constituye el Delhi’s Group, una instancia de expertos sobre el sector informal, en el cual generaron su primera reunión para implementar una formalización internacional que permita relevar la necesidad de medición del sector en todos los países miembros de la OIT.
Se realizaron reuniones anuales hasta 2002, año en el cual la OIT en la 90° reunión de la CIET, lanza su marco conceptual total sobre Decent work and the informal economy. La relevancia de los indicadores que deberían ser incluidos, trataba sobre la extensión y cantidad de empleos del sector informal generados en América Latina.
Sin embargo, el llamado sector formal presenta también problemas de empleo, por lo cual, la conferencia de expertos presenta la propuesta para incluir a los empleos informales dentro del sector formal. Es así como los indicadores que ponían su centralidad en la unidad productiva tales como microempresas o trabajadores cuenta propia, se complementan con los tipos de empleo. Por lo tanto, se da el giro de formalizar estadísticas que pongan su atención en la calidad del empleo y no sólo su contribución económica al producto.
De esta forma, se incluyen variables netamente laborales, como contrato, cotizaciones y seguridad laboral. En la 10° reunión del Grupo de Delhi realizada en Ginebra el 2007, el representante del INEGI de México y del INE de la India, planteaban la necesidad de que países con mercados laborales segmentados en países subdesarrollados necesitan tanto de indicadores de informalidad del empleo como monitoreo económico y social en relación a las condiciones de vida.
A nivel latinoamericano, Chile se posiciona como un país con altos niveles de formalidad y se asume como corolario que tiene altos niveles de protección. En la contabilidad de los empleos informales sólo se considera a los cuenta propia, es decir, utiliza el marco conceptual del sector informal y no de calidad del empleo. Aún más, los cuenta propia son considerados “emprendedores y/o microempresarios”.
Aún así, es bueno corroborar las magnitudes con la Nueva Encuesta Nacional del Empleo, que contiene dimensiones donde es posible extraer indicadores de calidad del empleo y una caracterización más rigurosa de los cuenta propia.
Si tomamos en cuenta las recomendaciones de la 90° sesión de la CIET del 2002, podemos incluir junto a los 1,55 millones de cuenta propia del trimestre móvil marzo-mayo 2011 a los asalariados sin contrato laboral, que ascienden a 1,15 millones. Se incluyen dentro de este universo a todos los que no tienen ningún tipo de comprobante de pago de servicios (79% del total de asalariados sin contrato), así como de asalariados con boleta de honorarios (16%). Ambos grupos son el 36% de la población ocupada.
En las cifras oficiales estas ocupaciones son consideradas como “asalariadas” y por lo tanto, formales. Lo que ocurre más bien, es que presentan subordinación bajo un empleador o patrón pero no presentan mecanismos de dependencia formal que proteja al trabajador ni que rija ante la ley como “asalariado”. Viene a ser un “subordinado independiente”, una modalidad que ha crecido en los últimos años en Chile, pero que recién hoy tenemos el instrumento adecuado para contabilizar y caracterizar su magnitud.
Este subordinado independiente se caracteriza por ser trabajadores no calificados (43%), donde un 30% se desempeña en trabajos de jornada parcial y el 46% desearía trabajar más horas. El 31% sólo tiene estudios hasta educación básica y el 36% de las mujeres corresponde a personal de servicio doméstico. Por lo tanto, este 1,15 millones de trabajadores anteriormente invisibilizados por los indicadores oficiales de empleo, tiene ocupaciones endebles, precarias y de baja productividad. No están necesariamente relacionadas con las mipymes, ya que el 47% se desempeñan en empresas de más de 5 personas.
¿Es o no necesario, según los datos mostrados, establecer indicadores complementarios de calidad del empleo en Chile, tal como lo indica la OIT desde el 2002?
Alexander Páez es sociólogo e investigador del área Unidad de Estadísticas del Trabajo de la Fundación SOL | @lafundacionsol