El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, dijo que la intervención en Libia demuestra la creciente dependencia militar de los europeos con respecto a Estados Unidos, y cuestionó la falta de voluntad política para remediar ese problema, en una entrevista con la AFP.

“Las operaciones en Libia muestran que el potencial está presente para reforzar lo que podría llamarse un pilar europeo de la OTAN”, dijo, viendo en ello una “cuestión clave”.

Esto, en un momento en que por el lado de la Unión europea, el Proyecto de Europa de la defensa está “en hibernación”, como lo reconoció esta semana el jefe del estado mayor de las fuerzas armadas francesas, Edouard Guillaud.

“Por primera vez en la historia de la OTAN una de sus operaciones no es dirigida por los estadounidenses sino por los europeos”, destacó Rasmussen.

Pero, observó, “es también un hecho, que no podríamos efectuar esta operación sin los medios únicos y cruciales proporcionados por Estados Unidos”, dado las lagunas de los europeos en los terrenos de la vigilancia y del reconocimiento aéreo, sobre todo.

Para él la conclusión es clara: “Sí, los europeos están en los mandos, pero no podrían operar sin los estadounidenses. Siempre somos dependientes de Estados Unidos”.

Pero, “en las circunstancias actuales el obstáculo más importante que se opone a la visión de un pilar europeo reforzado en el seno de la OTAN es la falta de voluntad política en Europa para invertir en la defensa el dinero suficiente”.

Rasmussen lamentó “el nivel de gastos militares en Europa”, cuya contribución global en términos de presupuesto actualmente solo representa 20% del total acumulado de los países de la OTAN, contra un tercio al terminar la Guerra Fría, y con América del Norte que representa el 80% restante.

Para el secretario general, Europa se hunde en una desmilitarización que podría resultar desastrosa.

“Si esta tendencia se confirma, habrá una Europa carente de capacidades indispensables para enfrentar una crisis como la de Libia” e incluso si “en estos tiempos de austeridad económica” es “muy comprensible que los presupuestos de la defensa también se vean afectados, “esto conducirá inevitablemente a una decadencia europea en la escena internacional”, aseguró.

En cuanto al “poder blando” (“soft power”) enarbolado por “mucha gente en Europa” como la panacea a una acción exterior europea, el secretario general de la OTAN comentó irónico: “Con dictadores como el número uno libio Gadafi, ¿qué se puede pensar que haría el único ‘soft power’? Nada”, exclamó.

Abogando en favor de lo que llama la “defensa inteligente”, es decir la “cooperación multinacional” en espera de días mejores, Rassmussen ve un buen ejemplo en el tratado de cooperación militar franco-británico de noviembre de 2010.

Consultado sobre el riesgo de que las importantes operaciones en curso de la OTAN en Libia y en Afganistán no tengan un desenlace tan favorable como lo esperado al cabo de tantos esfuerzos, Rassmussen subrayó lo que ha cambiado con los conflictos modernos.

Contrariamente a lo que se produjo en 1945, “en el mundo actual, habrá a menudo un desenlace poco claro” de un conflicto internacional, por el hecho de que el público “reclama un enfoque más prudente” y que “muchos medios se concentran” en las pérdidas civiles.

“Esto puede explicar también por qué el resultado final es menos claro, por qué la gente prefiere una solución política. Esta es la realidad a la que estamos confrontados”, destacó.