Para evitar la ocurrencia de enfermedades o incendios, Magdalena Vargas, directora de Ingeniería en Seguridad y Prevención de riesgos de la UNAB, aconseja ventilar el hogar y esperar cuatro horas antes de encender nuevamente la estufa.
Luego de las lluvias registradas esta semana, según la Dirección Meterológica de Chile, las temperaturas mínimas debiera caer bajo los cero grados en Santiago y en otras ciudades del Valle Central, como Parral, podrían llegar incluso a los -4 grados.
Ante este escenario, la estufa se vuelve un bien de primera necesidad para las familias. Pero también puede ser una fuente adicional de riesgos, sobre todo de incendios e intoxicaciones por emanaciones de gases. Magdalena Vargas, directora de la carrera de Ingeniería en Seguridad y Prevención de Riesgos de la Universidad Andrés Bello, entrega algunas recomendaciones para tener una calefacción segura.
No más de tres horas seguidas: Según Magdalena Vargas, lo ideal es lograr que la casa esté a una temperatura de 21 o 22 grados Celsius, para lo cual basta con tener la estufa encendida, en promedio, unas tres horas. “Luego de llegar a ese punto se debe apagar durante unas tres a cuatro horas para mantener la temperatura”, explica la especialista, quien agrega que mantener la estufa encendida todo el día, no solo reduce la cantidad de oxígeno disponible en el hogar, sino que también aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y de incendios por sobrecalentamiento del aparato.
Ventilación cada cuatro horas: Es fundamental tomar esta precaución para evitar la acumulación de humedad y los riesgos biológicos producidos por hongos que afectan al sistema respiratorio, dice Magdalena Vargas.
La estufa fuera del dormitorio: una práctica común es dormir con la estufa apagada al interior del dormitorio. Según Magdalena Vargas, luego de su uso, las estufas deben ser dejadas en lugares ventilados. “Por lo general, las de parafina comienzan con procesos de liberación de contaminantes que no son recomendables para la salud, por lo cual deben sacarse de las habitaciones”, explica.
El calefactor fuera del baño: muchas personas usan calefactores eléctricos para temperar el baño mientras se duchan. Una práctica peligrosa a juicio de Magdalena Vargas, pues pueden iniciar incendios al interior del recinto. “Los calefactores deben ser apagados y dejados lejos de artefactos comburentes como estufas y toallas, los cuales con un exceso de calor pueden provocar incendios”, recomienda.
Secar ropa a 1,5 metro de distancia: aunque idealmente no se debe usar la estufa para secar ropa, muchas personas deben hacerlo para lograr que sus prendas se sequen en días de frío o lluvia. Para Magdalena Vargas, es clave no ubicar la ropa excesivamente cerca de la estufa: “El ideal es colgar la ropa y dejarla secar a un metro de alto y a una distancia de 1,5 metro de la estufa”, explica la especialista. También es recomendable preferir espacios que cuenten con extractores de aire que permitan evitar la acumulación de humedad en las habitaciones.
Jabón para las fugas de gas: Si la estufa desprende mucho olor a gas y las personas tienen dudas sobre la existencia de una fuga, el jabón puede ser una buena herramienta para despejar esa inquietud. “Se puede hacer una solución jabonosa y aplicarla en mangueras, conectores y reguladores. Si al abrir el gas algunos de estos elementos empieza a generar burbujas, es señal de que hay una fuga”, explica Magdalena Vargas, quien agrega que jamás hay que encender fuego cerca de estos componentes para chequear la existencia de un escape de gas.
Dejar decantar la parafina: ésta es la única forma que permite saber si la parafina ha sido adulterada con agua y otros líquidos, mezclas que pueden dañar la estufa y la salud de la familia. “Es complicado saber si la parafina está adulterada sin instrumentos de medición, por lo que se sugiere mantener siempre un mismo distribuidor establecido”, explica Magdalena Vargas.