Denuncian que los consumidores que quieran ver la Copa América en señal digital tendrán que pagar por ello, a pesar de haber invertido en un decodificador para su televisor, puesto que el canal público vendió sus derechos a un canal del cable, por lo cual quienes quieran ver la programación en tecnología digital tendrán que pagar por ello.
En ese sentido, el presidente de la Confederación Nacional de Consumidores y Usuarios, Hernán Calderón, afirmó que la Ley que establece el marco regulador para la televisión digital implica un retroceso para los consumidores, puesto que establece explícitamente la posibilidad de cobrar a los usuarios por la entrega de servicios que hoy se reciben gratuitamente.
Lo cual cambia completamente el escenario, puesto que la televisión nació como un bien sin fines de lucro que brindaba servicios sociales esenciales, como la libertad de información y de expresión. Mientras que hoy se propone la creación de una industria adicional de televisión para productos de pago, con la consecuente creación de telespectadores de primera y segunda categoría, alterando la idea original del proyecto. Esto porque hay un artículo que permite que hasta el 50% de la señal digital de la televisión abierta se cobre.
Adicionalmente, para el desarrollo de la nueva televisión digital, la ley asigna “a dedo” concesiones de espectro a los mismo operadores que actualmente conforman la mayor parte de la oferta televisiva, pero con dos diferencias fundamentales: ya no son canales universitarios, sino que son grandes empresas privadas nacionales y extranjeras las que operan dichos canales y el espectro que éstas conservan, que antes les permitía emitir una señal televisiva, ahora les permitirá tener múltiples señales y productos altamente lucrativos.
Por esta y por múltiples otras razones que afectan directamente a los consumidores y a los usuarios de la televisión abierta, el proyecto de ley del Gobierno debe abrirse a la discusión con la ciudadanía y con las organizaciones representativas de ésta. Si el debate se sigue manejando bajo la amenaza del tiempo y la falacia de los imperativos técnicos, la televisión se convertirá en otra privatización que terminan pagando los mismos de siempre: los consumidores.