La Fundación SOL está desarrollando durante junio una campaña por un sueldo mínimo decente. El pasado viernes publicó en el medio digital CIPER un artículo referido al mito de que las alzas en el mínimo son generadoras de presiones inflacionarias. En esta nota se analiza un segundo mito, aquel que dice que los incrementos del salario mínimo reducen el empleo. Esta afirmación es posiblemente la que se escucha con mayor recurrencia por estos días de tibia discusión sobre el salario mínimo en Chile.
El salario mínimo y sus repercusiones en el empleo es un tema ampliamente estudiado, tanto en Chile como en todo el mundo. En particular, lo que buscan las investigaciones es estimar el impacto que tiene un aumento en el salario mínimo sobre los niveles de empleo (empleo formal), es la llamada elasticidad empleo-salario.
Nuestros empolvados textos clásicos de economía, en su afán de levantar teorías desde mundos imaginarios, dirán que el mercado del trabajo es como el mercado del pescado, con oferta y demanda, y que aumentos en el salario mínimo gatillan reducciones de empleo (o sea, la elasticidad es negativa).
Sin embargo, sabemos que el mundo real es bastante más complejo y las instituciones del trabajo como sindicatos, negociación colectiva y desde luego salarios mínimos, existen por una razón bien clara: actuar sobre la distribución de la tasa de ganancia. Bajemos entonces al mundo real, dónde trabajo y calidad del mismo es lo fundamental.
En esta arena, en la cancha donde realmente se juega el partido, es incorrecto afirmar que la elasticidad empleo-salario es negativa. A veces lo es, otras veces no. Así, quienes afirman incondicionalmente que un aumento en el salario mínimo genera desempleo pecan de falaces, eso es, mitología pura. Como la mayoría de las cosas en economía, en este caso, la respuesta es: depende.
Internacionalmente hablando, las publicaciones académicas de David Card y Anne Krueger son punto de referencia obligado, en ellas los autores realizan experimentos en el sector de la comida rápida y concluyen que no existe evidencia de que aumentos en el salario mínimo disminuya los niveles de empleo.
Más adelante, otro economista estadounidense, David Hamermesh, encontraría evidencia en la otra dirección dando pie a un encendido debate. Los estudiosos del tema se han referido a este momento como la “new mínimum wage research” (nueva investigación de salarios mínimos). Así, una discusión que se suponía cerrada, se ha abierto con fuerza y hoy no existen verdades absolutas en esta materia.
En Chile, la evidencia también está lejos de ser unívoca y si algo fehaciente sí se puede decir, es que todo depende del momento en el cual está la economía y de la situación del mundo del trabajo.
Al respecto, desde el propio Instituto de Economía de la ortodoxa Universidad Católica, la tesis de magister en políticas públicas del sacerdote jesuita Pablo Romero, da luces al respecto. En el período dorado de crecimiento económico chileno (1985-1996), se rechaza la hipótesis de que incrementos en el salario mínimo generan disminución en el empleo.
No obstante, durante los primeros años de la crisis asiática la crisis asiática, los resultados fueron en la otra dirección. Años antes, académicos de la Universidad de Chile tampoco encontraron evidencia para demostrar que los aumentos en el salario mínimo hasta 1998 tuvieran efectos en pérdidas de empleo entre los jóvenes, sin embargo, en un estudio posterior, encuentran que el reajuste realizado entre 1998-2000 sí tuvo un impacto negativo sobre el empleo juvenil.
Volvamos a 2011, ¿cuál es el momento económico del Chile actual? el PIB creciendo a tasas superiores al 6%, arrastrado fundamentalmente por las favorables condiciones de los mercados internacionales, en especial por la vigorosa demanda china y del sudeste asiático. A lo anterior, añadamos, las palabras del propio Piñera en su discurso del 21 de mayo: “la tasa de inversión creció en un 18,8% en términos reales, 2,6 veces el crecimiento promedio de la última década. Las exportaciones, a precios corrientes, crecieron 31,5%, alcanzando 71 mil millones de dólares, la cifra más alta de nuestra historia. El consumo privado creció un 10,4% en términos reales, duplicando el promedio registrado durante la última década”.
La mesa está servida, la evidencia sugiere entonces, que si no son estas las condiciones para aumentar el salario, entonces cuáles son.
Naturalmente, si la preocupación son las empresas de menor tamaño, la evidencia internacional también recomienda el uso de “cláusulas de escape” con apoyo fiscal, cuando la situación lo amerite.
Lo lamentable entonces, es el chantaje que hoy se hace con el impacto en el empleo. Porque no habiendo verdad absoluta, se hace como si esta existiera. “Si quieres más sueldo, otro trabajador quedará cesante”, es casi decir, “por tu culpa habrán más desempleos, así que mejor congela tu sueldo y vive tranquilo”
Chile necesita un salario mínimo que deje de ser un sueldo de hambre.
La discusión está abierta. La evidencia existe, pero, cuando se trata de salario mínimo ¿sacarán a relucir nuestros ministros y autoridades sus auto-vanagloriados indicadores económicos?
Gonzalo Durán es economista e investigador de la Fundación SOL | @lafundacionsol