Miles de damnificados por el gigantesco tornado que arrasó Tuscaloosa, en el sur de Estados Unidos, intentan recuperar sus bienes en casas literalmente destruidas por el azote de los vientos, ante el creciente temor de los saqueos.
Los residentes de Tuscaloosa, en el estado de Alabama, buscaban recuperar camas, colchones, muebles, televisores, equipos de aire acondicionado y todo tipo de artefactos y ropa del interior de sus viviendas para evitar posibles robos, en un lugar que al caer la noche queda completamente a oscuras tras el corte total de electricidad.
En Alabama, el estado más afectado por los tornados del miércoles, hasta un millón de personas quedaron sin electricidad y según funcionarios locales citados por The Birmingham News podría tomar días restaurar la electricidad.
Tomas Higgs trabajó todo el día el jueves colocando paneles de madera que reemplazaran parte del frente de su casa que fue arrancado por el tornado en Tuscaloosa, una de las ciudades más afectadas por ese fenómeno.
“Necesito cerrar la casa. Adentro está todo roto, pero hay cosas de valor que quiero preservar”, contó a la AFP.
Muchos tienen en mente lo que ocurrió después del huracán Katrina, en Nueva Orleans, cuando las evacuaciones fueron seguidas de una ola de saqueos de las casas inundadas y abandonadas.
El gobernador de Alabama, Robert Bentley dijo que reforzaría la seguridad en Tuscaloosa y pidió al gobierno estadounidense que “envíe a esta ciudad un refuerzo de 500 hombres de la Guardia Nacional”, para sumarse a los 300 que ya están desplegados.
Muchos comercios son casi irreconocibles y resulta complejo determinar que funcionaba allí. Se ven abandonados, con los frentes y el interior destrozados y todos los productos desparramados por el suelo.
Dentro de un enorme restaurante de comida rápida, una familia entera intentaba sacar cajas de mercadería, microondas y heladeras.
“No me imaginé que un tornado podía dejar un ciudad así”, repetía Rose Livington, mientras le pedía a sus hijas que la ayudaran a guardar las cosas en un camión. “Nos quedaremos a dormir aquí si hace falta, porque no podemos dejar este lugar así, nos van a robar todo”, dijo el jueves a última hora.
José Romano, un mexicano que vive en esta ciudad desde hace cinco años, cuando llegó de México con su esposa Haydée con la esperanza de abrirse un mejor futuro, caminó entre escombros de casas destruidas y todavía no puede creer que su vivienda quedara intacta.
“No metimos en el baño con nuestra bebé, de 11 meses. Teníamos miedo de que le pasara algo, pero tuvimos suerte. El tornado parece que eludió nuestra casa, así que ahora toca ayudar a los vecinos que lo necesitan”, contó a la AFP.
“Estamos muy contentos acá, se vive muy tranquilo y la policía no anda persiguiendo a la gente”, dijo en una velada referencia a la situación que viven latinos en otros estados, por la aplicación de leyes muy duras contra la inmigración ilegal.
Otros dos mexicanos, los hermanos Hernando y Miguel Jiménez, entregaban agua y comida que miembros de varias iglesias cristianas llevaron al lugar para ayudar a los damnificados del tornado.
“Es muy lamentable esto que pasó. Pero si hay una parte buena es que habrá trabajo para reconstruir esta ciudad y eso ayudará a mucha gente que aquí está desocupada”, comentó Hernando.
El paso de una serie de tornados y tormentas en los últimos días en el centro y sureste de Estados Unidos deja ya más de 300 muertos en varios estados, más de 200 sólo en Alabama, en la peor catástrofe natural que afronta el país desde el huracán Katrina en 2005.