Atribuir al cambio climático los mortíferos tornados que han azotado el sur de Estados Unidos sería un “terrible error”, advierten meteorólogos estadounidenses para los cuales el único culpable del desastre es el rigor de las condiciones atmosféricas de este año.

Cuando se habla de estos fenómenos en Estados Unidos, una región viene a la mente: el “corredor de los tornados”, compuesto por Misuri, Nebraska, Oklahoma y Kansas, en el centro del país. Es en este último estado donde el escritor L. Frank Baum eligió emplazar la trama de “El Mago de Oz”, célebre novela donde un tornado secuestra a la pequeña Dorotea con su casa.

No obstante, Craig Fugate -responsable de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA)- advierte que “históricamente, en el sur de Estados Unidos, los tornados son más poderosos y duran más tiempo” que en las demás regiones del país.

Por tanto, Alabama, Misisipi y Georgia, todos estados del sur, están a menudo en la primera línea. Y en la última semana han muerto más de 250 personas por los violentos tornados e inundaciones en esa región.

Para que se forme un tornado, es necesario que coincidan flujos de aire frío circulando en la altura de oeste a este con “tormentas violentas que se enfrentan a las masas de aire caliente y húmedo que suben del golfo de México por el sur”, explica a AFP David Imy, meteorólogo del centro de predicciones de tormentas de la Agencia estadounidense Oceánica y Atmosférica (NOAA).

El aire frío desciende mientras el aire caliente y húmedo efectúa el trayecto inverso. Ambas masas de aire no se mezclan sino que se arremolinan y se envuelven una a la otra, creando vientos muy fuertes.

Es exactamente la situación de los últimos días, sobre todo en Alabama, donde el pasaje de varias decenas de tornados mató a 131 personas solamente el miércoles.

Pero el viejo sur pagó esta vez un fuerte tributo a los tornados, explicó Imy, “porque tuvimos tornados ‘extensos’, es decir que permanecieron en suelo mucho tiempo”. Los fenómenos “tuvieron una duración de casi 50 km” promedio cuando un tornado promedio barre una distancia de 10 km y se disgrega.

A ello se agrega el problema inherente de los tornados: a diferencia de los huracanes, es casi imposible predecir con anterioridad dónde impactarán.

“En promedio se cuenta sólo con 24 minutos entre el momento en que se emite un alerta y el momento en que el tornado tocará tierra” con vientos de hasta 200 km por hora, señala David Imy.

La brutalidad con la que el estado de Alabama ha sido afectado llevó a algunos a acusar al calentamiento global. Pero a esto respondió acalorado Grady Dixon, meteorólogo de la universidad de Misisipi: “Sería un terrible error decir eso”.

“Si se miran los datos de los últimos 60 años, se observa que la cantidad de tornados aumentó fuertemente en Estados Unidos. Pero los científicos consideran que no se trata de un verdadero aumento. (Esta subida) se debe al hecho de que las herramientas tecnológicas son mejores y la gente está mejor informada, por eso se detectan más” tornados, insistió Dixon.

La factura de estos tornados que devastaron el sur hay que pasársela entonces a “las condiciones climáticas que prevalecen”, señaló. El culpable, si es que se trata de hallar un culpable, sería si acaso “La Niña”, el fenómeno meteorológico que se caracteriza por un descenso de la temperatura promedio bajo la superficie del mar en el centro y el este del Pacífico ecuatorial.

“Cuando observamos los movimientos de ‘La Niña’, supimos que tendríamos un año lleno de tornados”, explicó.