En la Ligua el agua no llega, el verano no se va y muchas personas que han depositado en la agricultura sus esfuerzos, ahorros e inversión, hoy ven como todo se torna de un color amarillo, y el verano no se retira de esa comuna. Mientras llueve en todo el litoral, el sol sale radiante todos los días.
Este es un pueblo que no necesita mucho para que cuente algo sobre sí mismo, pero algo detuvo su crecimiento. Podemos culpar a China, si quieren, pero es bueno preguntar ¿qué pasó con la capacidad creativa, el diseño, la innovación?.
Sueña también con sabrosos dulces, y lo son, hablo de los verdaderos dulces de la Ligua, esos que venden a $400 pesos, con masa fresca y llenos de majar “hecho en casa”, eso dulces no se compran en el bus ni en el auto, sino dentro del pueblo.
En la Ligua hay confianza, la gente saluda en la calle, todo es lento y agradable, hace pensar que la vida tiene sentido.
En la Ligua también sueñan con paltas, con tomates, dulces, frutas y verduras que se pueden comprar al precio que nunca se soñó en Santiago. Este fin de semana, esperaban lluvias y mientras viajaba el viernes, todo estaba húmedo y gris hasta cruzar las montañas del valle, ahí el sol no fue cubierto y el invierno no llega.
Estoy segura que el agua nunca desaparece, sólo por un factor caprichoso de la tierra o un apocalipsis divino, estoy segura que si escarbamos un poquito, algo pasa con el agua, ¿una mina?, ¿grandes plantaciones?, ¿el desierto se hace cada vez más grande?… algo pasa con el agua, al menos hagamos las preguntas a ver si algo hemos aprendido en todos estos años.
Mabel A. Palavecino Sánchez
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