El acuerdo alcanzado el viernes en el Congreso sobre el gasto público en Estados Unidos evitó una parálisis del Estado federal, pero esa pulseada entre republicanos y los demócratas del presidente Barack Obama es apenas una “advertencia” de lo que vendrá con la batalla por el presupuesto y la deuda.
La reducción de 38.500 millones de dólares en los gastos acordada la noche del viernes no es más que una ínfima parte de la enorme deuda de Estados Unidos, que pronto ascenderá a más de 14 billones de dólares.
El saneamiento de la situación presupuestaria estadounidense está precisamente en el centro de la lucha que los republicanos del Congreso juraron emprender cuando ganaron la mayoría de la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas de noviembre último.
El presidente Barack Obama, el presidente republicano de la cámara baja, John Boehner, y el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, se reunieron durante largas horas esta semana para discutir sobre esas reducciones presupuestarias consideradas “dolorosas” pero necesarias por Obama.
El debate sobre el presupuesto 2012 y sobre un aumento del techo de la deuda prometen, pues, tener interminables momentos de elevada tensión.
Estados Unidos alcanzará el techo de su deuda pública el 16 de mayo y Obama deberá entonces pedirle al Congreso un nuevo aumento de ese tope. De no lograrlo, el país se encontrará en estado de cesación de pagos. Pero los republicanos ya advirtieron que condicionarán su voto a compromisos “significativos” para reducir gastos.
“No es un secreto, nuestro gobierno tiene un problema presupuestal (…), los republicanos se comprometieron a cambiar eso”, dijo el sábado en una alocución en internet Paul Ryan, presidente de la comisión de Presupuesto de la cámara y autor de la contrapropuesta de presupuesto 2012 de los republicanos.
Su plan permitiría gastar en diez años 6 billones de dólares menos que la propuesta de presupuesto 2012 presentada por el presidente Obama en febrero.
Pero los demócratas no comparten su estrategia, ya que el plan de Ryan propone reducciones de impuestos a las empresas y los estadounidenses más ricos. Exige recortes extraordinarios en los gastos en salud y una reestructura fundamental en los programas de seguro de enfermedad para las personas mayores (Medicare) y los más pobres (Medicaid).
“Lo que se ha visto esta semana no es más que una ligera advertencia de lo que ocurrirá”, estimó el sábado el representante demócrata Steve Israel en la cadena CNN, quien deploró que los republicanos ya hayan anunciado sus intenciones de emprenderla contra Medicare a partir de la semana que viene.
“No fue ni siquiera el primer acto, fue apenas la introducción”, dijo Israel en referencia a la batalla presupuestaria que tuvo ocupado al Congreso durante toda la semana.
El editorialista de The New York Times y premio Nobel de Economía, Paul Krugman, dijo que el plan de Ryan estaba “lejos de ser serio” e incluso lo calificó de “grotesco”. Krugman afirma que una privatización de Medicare no contribuye a limitar los costos de salud.
Por su lado, el republicano Mike Huckabee, uno de los posibles candidatos para las elecciones de 2012, rindió este sábado en la cadena Fox homenaje a John Boehner, quien, según él, ahorró energías para los futuros combates. “Lo más importante es poner el proyecto de ley Ryan sobre la mesa. Hablar de billones de dólares”.
Fortalecidos tras la pulseada de esta semana, los republicanos de la Cámara de Representantes se mantendrán combativos, bajo la atenta mirada de su ala derecha, los ultraconservadores del “Tea Party”.