Miles de personas, entre las cuales numerosos policías, desfilaron el sábado en el centro de Túnez pidiendo la renuncia del gobierno dominado por los líderes del régimen del presidente derrocado Zine El Abidine Ben Alí, pese a las promesas de “ruptura” del equipo de transición.
En la capital, miles de tunecinos se manifestaron en marchas dispersas por el centro de la ciudad, en la avenida Habib Burguiba, ante la sede del gobierno o de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), la central sindical, señalaron periodistas y fotógrafos de la AFP.
Numerosos policías de civil o en uniforme, entre los cuales había efectivos en moto, desfilaban por el centro de la capital, afirmando ser “tan tunecinos como los otros” y exigiendo la creación de un sindicato policial.
En este segundo día, en un total de tres, de “duelo nacional” en memoria de las víctimas de la revolución de los jazmines –un centenar de muertos, de acuerdo con la ONU– caídos en su mayor parte bajo las balas de las fuerzas del orden, los policías exigen la creación de un sindicato para defender sus derechos.
Policías que se manifestaban ante la sede del gobierno bloquearon el acceso al automóvil del presidente tunecino de transición, Fued Mebazaa, antes de ser apartados sin violencia por colegas en servicio.
En Sidi Buzid (centro oeste), la ciudad pobre donde nació la sublevación después de que un vendedor de frutas se inmolara prendiéndose fuego, marcharon un centenar de policías proclamándose “víctimas” del régimen derrocado, constató un corresponsal de la AFP.
“Nosotros también somos víctimas de la banda de los Trabelsi”, gritaban los policías, de civil y en uniforme, refiriéndose a la odiada familia de Leila Trabelsi, la esposa del depuesto presidente Zine El Abidine Ben Alí, que dominaba al país.
Desde que Ben Alí se refugió en Arabia Saudita, luego de un mes de revuelta popular, la población expresa abiertamente su odio a la policía, que cuenta con unos 100.000 hombres y era el principal instrumento del antiguo régimen represivo.
El primer ministro Mohamed Ghanuchi trató de calmar la cólera de la calle, que teme que su rebelión se vea desviada por un gobierno dominado por los ministros del equipo de Ben Alí, y prometió el viernes que dejará la vida política.
También anunció que “todas las leyes antidemocráticas serán derogadas” durante la transición: las leyes electorales, las antiterroristas y el código de la prensa.
Ghanuchi se comprometió a preservar el estatuto de la mujer que prohíbe la poligamia, la gratuidad de la educación y el acceso a la asistencia médica.
“Hay una voluntad para salir de la crisis, pero siempre con la misma incomprensión de la magnitud del rechazo manifestado por la población a todos los símbolos del antiguo régimen”, declaró el sábado el opositor Mustafá Ben Jaafar, dirigente del Foro Democrático para el trabajo y las libertades.
En Suiza, un avión perteneciente a los allegados del ex presidente Ben Alí fue bloqueado en el aeropuerto de Ginebra, después de que las autoridades helvéticas decidieron congelar los depósitos del ex mandatario y de sus parientes.
Por otra parte, el viernes se anunció que los cursos en los colegios y universidades, suspendidos el 10 de enero, se reanudarán la “próxima semana”. Dando muestras de democratización, el gobierno suprimió la policía política de las universidades, tradicionales focos de agitación.