El presidente de Ecuador, Rafael Correa, abandonó el jueves el principal cuartel policial de Quito en medio de un tumulto y una nube de gas lacrimógeno tras intentar sofocar una protesta de uniformados, que rechazan una ley que eliminará beneficios económicos a la fuerza pública.
Apoyado en una muleta debido a que hace poco fue sometido a una operación de rodilla, el mandatario logró salir del recinto con una máscara antigases y ayudado por sus custodios tras estallar varias bombas lacrimógenas, una de las cuales llegó hasta sus pies, según reporteros de la AFP en el sitio.
Tras salir del regimiento, Correa se retiró la máscara y fue trasladado hasta el vecino hospital de la Policía, adonde fue ingresado sobre una camilla mostrando signos de asfixia por el gas lacrimógeno.
El gobernante descansaba en el sanatorio mientras en las afueras decenas de policías continúan protestando.
Paralelamente, unos 150 miembros de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) tomaron este jueves el aeropuerto internacional de Quito en rechazo a una ley del gobierno que eliminó beneficios a militares y policías, por lo que fueron suspendidas las operaciones aéreas, informó un vocero de la terminal.
Antes de retirarse del cuartel, Correa advirtió que no cederá a las protestas de militares y policías que rechazan una ley aprobada el miércoles por el Congreso, que eliminó beneficios económicos a los uniformados.
“Señores, si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos”, expresó el jefe de Estado mientras se aflojaba la corbata y se desabrochaba el cuello de la camisa.
Los agentes también protestan en otros cuarteles de Guayaquil (suroeste) y Cuenca (sur), según reportes policiales, pero la manifestación más numerosa se registra en la capital, donde derivó en desórdenes con el estallido de bombas lacrimógenas en la instalación policial.