El presidente de Bolivia, Evo Morales, se quejó el martes porque algunos obispos “se meten al Estado y hacen política”, en momentos en que la Iglesia Católica advirtió que una ley contra el racismo que promueve el mandatario podría “judicializar” la libertad de expresión.
“Me acuerdo que cuando yo visité al Papa (Benedicto XVI) y le hablé de acabar con el celibato, me dijo que el Estado no se meta a la Iglesia, situación que yo acepté, pero ahora algunos miembros, jerarcas de la Iglesia, se meten al Estado y hacen política”, lamentó el gobernante.
En un país marcado por expresiones racistas, Morales impulsa en el Congreso, dominado por el oficialismo, la aprobación de una ley contra el racismo que prevé incluso el cierre de medios de comunicación que incurra en ese tipo de discriminación, a lo que se oponen los gremios de periodistas.
La fuerte oposición a esa iniciativa ha llevado a Morales a manifestar que “los que rechazan esta clase de normas son unos racistas confesos”.
Según los obispos, “con la aprobación de esta ley desaparecerá el ejercicio democrático de este derecho” a la libre expresión.
“El proyecto que actualmente es objeto de debate legislativo corre el riesgo de judicializar la opinión pública que es por definición libre expresión y discusión de los diferentes puntos de vista que conviven en una sociedad y cuya función es actuar como factor de equilibrio social, fundamentalmente con relación al poder constituido”, indica en un comunicado la Iglesia.
Bolivia cuenta con unos diez millones de habitantes, de los cuales casi el 60% son indígenas, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
El artículo 16 del proyecto de ley contra el racismo señala: “el medio de comunicación que autorizare y publicare ideas racistas y discriminatorias será pasible de sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento, sujeto a reglamentación”.